
Mamá está preparándolo todo: las vendas, el agua, las hierbas… ayer incluso se fue a honrar a la diosa llevando unos zapatos minúsculos y a quemar incienso para pedir que todo salga exitoso.
Ahora tengo cuatro años, dicen que es la edad perfecta para poder empezar a modelar mis valiosos pies. Llevaba esperando este momento, tras muchos meses de haber pasado el “Chu Long” llevando zapatos pequeños muy apretados y puntiagudos para que mis pies no pudieran crecer. Debo estar bella.
Ya tengo los pies en remojo y así eliminar todos los restos de pieles muertas para luego cortarme las uñas. Después de darme un masaje, han roto los cuatro dedos más pequeños. Y ahora empiezan a vendarme los pies con seda apretando los dedos contra el talón. Este proceso lo debo hacer cada dos días durante 10 años. Así conseguiré tener unos pies de 10 cm.
Debo pasar por cuatro fases, el primero se llama “Shi Chan” para que mi pie se vaya formando, luego viene el “Shi Jin” para tenerlos más finos y estrechos (esta parte es la más dolorosa pero debo aprender a caminar usando los talones) y después viene la etapa “Jin Chan” cuando ya no sienta los dedos para luego finalizar con la etapa “Guo Wan” y poder tenerlos arqueados. Deseo tener los pies de loto.”
Y así transcurrieron muchos años, cuando muchas mujeres chinas pasaban por este doloroso proceso para conseguir unos “pies de loto”. La costumbre comenzó con la leyenda, que cuenta desde el siglo X, cuando una cortesana del palacio imperial, famosa por su belleza y su talento al bailar, recibió la orden de preparar una danza para el deleite del emperador Tang Li Yu y se le vendaron los pies imitando la forma de la media luna. Luego las mujeres de clase alta, queriendo parecerse a ella, comenzaron con esta tradición.
De una leyenda, pasó a ser una costumbre popular muy extendida por toda China y sus clases sociales. Aunque su significado antes era puramente estético, se sumó también la creencia de considerarlo como un objeto de arte y de deseo para los hombres. Además implicaba conseguir hombres que se pudieran permitir tener a sus mujeres sin trabajar y que sólo dirigieran los quehaceres domésticos.

Los zapatos generalmente estaban bordados y muchas mujeres realizaron sus propios diseños, específicos a la región y a la personalidad. Andar con ellos era parecido a andar con los zapatos de tacón alto.
