Durante el pasado mes de junio, se produjo una gran tensión comercial entre China y la UE debido a varios conflictos sobre dumping en algunos sectores. Sin embargo, tras un mes de disputa, han podido acordar una “solución amistosa”.
Dicha “guerra comercial” comenzó con los aranceles impuestos por parte de la Comisión Europea a los paneles solares ya que acusaba el bajo precio de los paneles comerciales chinos que suponía una competencia desleal perjudicando a la industria local europea; y además, recriminaba a China de querer controlar el mercado fotovoltaico mundial con prácticas de dumping (es decir, vendiendo los paneles por debajo de los costes reales de producción). El arancel provisional comenzó con un aumento hasta el 11.8% a los módulos, obleas y células chinos y se tenía previsto aumentar a un 47.6% para el mes de agosto.
Tras esto, China reaccionó anunciando la puesta en marcha de una investigación sobre el vino europeo, usando el mismo argumento de “posible dumping”. Poco después, se vieron afectados otros sectores como el acero (con un arancel impuesto por China, entre el 9.2%-14.4%), productos químicos como la toluidina (un arancel del 36.9%), el sector de las telecomunicaciones (acusando la UE a los dos principales suministradores de dispositivos de telecomunicaciones chinos) además del sector automovilístico.
La CE sugirió al gigante asiático que elevara el precio de los productos solares para evitar que se le impusieran aranceles. Así que tras las últimas negociaciones, ambas potencias comerciales, llegaron a acordar el precio que estabilizaría nuevamente el mercado europeo de los paneles solares y pondría fin al daño provocado a la industria europea.