Cada vez se afianza más la idea de que la competitividad y el estatus caracterizan a la China moderna, y eso se ve en sus calles y entre las familias orientales actuales. La «política del hijo único» en China ha hecho que muchas familias tiendan a velar por la seguridad y el bienestar de este pequeño emperador, con sus extravagancias y limitaciones. Muchas familias no consideran tener otro segundo hijo porque la educación y la sanidad es bastante cara y esto está afectando en el trato casi personalizado que se les da.
Enfocándonos en el sector de la educación, hoy en día, las escuelas de inglés brotan como setas en ciudades chinas (grandes o pequeñas). Caracterizadas por tener carteles con modelos caucásicos en un fondo londinense o neoyorquino y con niños felices, estas escuelas no pueden abarcar la gran demanda existente. La mayoría de las familias quieren que sus hijos tengan un nivel de inglés nativo y muchos padres ni siquiera tienen estudios superiores y les basta sólo con ver que hay «laowais» (occidentales) entre el profesorado. Otros padres, optan por contratar a profesores particulares o nannys ya que ello da una imagen de más estatus y solvencia económica.
Los padres chinos cada vez tienen menos tiempo para cuidar de sus pequeños. Por regla general a la madre tras dar a luz, se le concede una baja por maternidad de 4 meses y pasado este tiempo debe volver a su jornada laboral dejando a su hijo en manos de los abuelos, normalmente maternos, y que si no son autóctonos de la provincia, como en algunos casos en Shanghái, deben dejar su pueblo para poder migar a la ciudad y estar al cuidado de su nieto. Sin embargo, muchos otros no pueden hacer lo mismo debido a que tienen otros hijos (solteros) o nietos que también requieren de su atención y por ello los padres se ven en la necesidad de acudir a escuelas o jardines infantiles. Estas escuelas se están poniendo muy de moda y más concretamente aquellos centros que ofrecen enseñanza bilingüe. Tras la gran polémica que surgió en una escuela infantil de una gran empresa china que ofrecía este servicio a sus empleados, cada vez más chinos de clase media y acomodados, no confían al 100% en las escuelas infantiles locales, y tienden a pensar que un centro regido por occidentales dispondrá de cuidadores profesionalmente más capacitados para las formación bilingüe que entienden es lo óptimo para el desarrollo de su hijo.
La modernidad y el estrés parece haber llegado también a los recién nacidos, ¿Bebés estresados? No hay por qué preocuparse, en China te puedes encontrar con centros especializados de spa para bebés apto para los primeros 4 meses tras el parto para estrechar el vínculo y los lazos afectivos entre la madre y el bebé.
La obsesión por la «occidentalización» es bastante común entre las familias más acomodadas, tanto es así que también se ha puesto de moda apuntar a sus hijos a cursos de etiqueta y protocolo para que sepan cómo comportarse en una cena formal con occidentales y aprender composturas de la aristocracia occidental.
Gracias a Messi y Cristiano Ronaldo, entre otros embajadores culturales, el fútbol también se está convirtiendo en una de las actividades más demandadas entre las familias chinas. Profesores de educación física y entrenadores de fútbol pueden ver su futuro aquí en escuelas deportivas o campamentos de verano, para enseñar a estos pequeños cómo ser un campeón. Lo mismo está sucediendo con el baloncesto, esgrima, tenis, gimnasia y golf. El ping-pong y el bádminton se han convertido en meras actividades lúdicas y de ocio para pasar el rato en los parques con los abuelos.
A día de hoy continuan los debates relacionados con la alimentación infantil elaborada en China, y esto ha hecho que los padres desconfíen de los productos chinos para sus hijos, provocando una gran demanda de productos extranjeros. Ahora China se abastece fundamentalmete de productos lácteos procedentes de países occidentales.
Otra cosa que se puede apreciar son los problemas psicológicos y conductuales entre estos pequeños que en occidente es muy común tratarlos, como puede ser la hiperactividad, la dislexia, problemas de memorias a corto-plazo, problemas de dicción, etc.. que requieren de ayuda de especialistas para mejorar el desarrollo infantil. Sin embargo, estos problemas no son apreciados en China como tal. En su cultura, la única solución para poder solventar estas limitaciones son el esfuerzo y dedicación. El miedo a aceptar que su hijo pueda tener problemas mentales, conductuales o que sufra de alguna discapacidad, es una deshonra. Por esta razón, los centros educativos locales carecen de orientadores especializados en psicopedagogía, logopedas o incluso psicólogos infantiles. Aunque cada vez más, las familias chinas comienzan a ser más receptivas a su diagnóstico, tratamiento y cura, acudiendo a hospitales internacionales con algún especialista extranjero que pueda tratar a su hijo.
Tras la revolución cultural y con la apertura del país, las familias chinas andan algo desorientadas con respecto a la educación y al bienestar de sus hijos. Los padres comienzan a ser padres desde una edad temprana y los pilares familiares en los que se apoyaba la cría y la disciplina de los hijos ha cambiado. Las tradiciones y los valores milenarios del confucionismo y el taoísmo se ven relegados y ahora son considerados pura literatura entre los locales, viendo en la educación occidental la salida a su confusión.
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