(Mi) Libertad de expresión en China, por Adrián Díaz

Hoy estoy en Shanghai, he venido por varios temas, pero uno de ellos era una entrevista con periodistas de TV3 sobre el momento político de China, la guerra tarifaria y algunas cosillas más.

Este episodio no debería estar aquí, pero ha salido un tema, que hemos estado hablando después de la entrevista que no querría dejar pasar la ocasión de comentarlo en el podcast.

Es un tema complejo y polémico pero que merece ser contado. Es el tema de la libertad de expresión en China.

Ha sido muy interesante dialogar con periodistas sobre ello porque, obviamente, ellos lo ven desde otra óptica. Y probablemente, sea una óptica más correcta y aceptada.

Obviamente a nadie se le escapa que hay un control de prensa en China. Y hay una serie de temas, que los chinos llaman “sensibles” que es mejor no tocar. A partir de ahí hay mucha prosa escrita, basada en tópicos que no son reales o, al menos, no son habituales. Muchas veces se hace desde la ignorancia, pero otras, las más, se hace desde la manipulación capciosa de la imagen que se pretende ofrecer sobre China.

Desinterés por la política

Siempre digo que a los chinos no es que no les dejen hablar de política: la realidad es que no tienen ningún interés en hacerlo. Aquí de nuevo, como me canso de repetir en cada episodio, los chinos no son los chinos de Beijing. Obviamente la ciudad más politizada. Hablo de todo el país, y asumiendo el riesgo de generalizar, también me gustaría que si alguien que escucha esto no está de acuerdo, asuma también el riesgo de generalizar en un país tan grande.

Aunque nos parezca incomprensible, desde países donde el deporte nacional es pedirse unas cervezas y discutir sobre política, a un chino no le produce ningún placer hablar de política. Para los chinos la política es poco menos que un fenómeno atmosférico. Llueve, pues bueno, llueve. Pero no nos ponemos a protestar porque llueva. No pataleamos, no denunciamos al cielo, lo aceptamos. Como mucho, tomamos un paraguas e intentamos que la lluvia nos afecte lo menos posible. Pero como no voy a ser capaz de cambiar la posición del cielo ni su comportamiento, lo ignoro.

Esto quizá contrasta mucho con la idea occidental de que los chinos caminan por la calle con un espía del gobierno detrás apuntándoles con un AK-47 para que no se desvíen del camino marcado.

Si queréis, en el peor de los casos podríamos hablar de un adoctrinamiento desde pequeños. Para conseguir que ya de mayores no tengan ningún interés en cambiar el sistema. Os compro esa opción.

Adoctrinamiento

Desde luego, he vivido el adoctrinamiento nacionalista en el lugar donde se inventó, la vieja Europa. He estudiado mucho el fenómeno y soy muy consciente de su poder y de los beneficios que otorga. Un libro que siempre recomiendo es De campesinos a franceses de Eugene Weber. Lo dejo en las notas del programa por si no lo encontráis.

Weber nos introduce conceptos muy poco analizados hasta el momento. Cómo el estado francés una vez superado el periodo monárquico crea de la nada ese concepto de nación. Un poco lo que propone es, bien, tenemos un montón de granjeros por toda la geografía del país. Les da igual pagarle impuestos a un rey que a otro, sobre todo en las zonas fronterizas. Ellos morirían por defender su granja o sus hijos, pero no morirían por su país. Es decir, no morirían por mí, y tengo que empezar a crear un imaginario colectivo, a partir de secuestrar a los niños de estos granjeros colocarlos a todos en una misma celda y repetirles una y otra vez unas mismas ideas hasta que les entre en la cabeza.

Esto, dicho así, suena fatal. Pero si lo llamamos escolarización y a todos esos niños no los secuestramos sino que convencemos a los padres para que nos los presten por un futuro mejor y esas celdas las llenamos de dibujitos y juguetes para que el niño no venga llorando quizá lo conseguiremos.

¿Cuál era el objetivo? Convertir campesinos en franceses. Y ¿cuál era la diferencia? La lealtad. Haciéndoles memorizar la historia de Francia y borrando de su cabeza cualquier otra historia que no sea esa. Hablaremos de héroes franceses, villanos extranjeros, territorios excepcionalmente bellos, gestas sin parangón de las que sentirse orgullosos, ríos franceses, montañas francesas y todo lo demás no existe. Nada que no nos hayan enseñado a nosotros desde pequeños ¿verdad?

Y ¿qué conseguimos con esa lealtad? Todo. Que se sientan orgullosos de sus raíces. Que paguen impuestos felices y que estén dispuestos, de ser necesario, en caso de guerra, a morir por su país. Esto, se ha ido repitiendo a lo largo de la historia, pero como digo es un fenómeno muy poco analizado y quizá muy poco explicado. Claro, ¿dónde lo explicas? ¿En la escuela? No, si es la herramienta principal.

Durante la formación de Italia se repitió el mismo concepto: “ya creado Italia, ahora sólo nos falta crear a los italianos”. Un sinfín de reinos que, tras un correcto adoctrinamiento, es otro ejemplo de nacionalismo perfecto. España, qué os voy a contar. Tanto el todo como las partes lo intentan sin cesar. Estados Unidos sería el ejemplo más paradigmático. Con esas películas donde el guaperas que parece medir casi dos metros, aunque en realidad no pase casi del metro y medio, después de recibir balazos durante toda la película y combatir contra gente sin escrúpulos de Rusia o algún país árabe, cuando está a punto de morir ve una bandera americana al fondo y aparecen fuerzas inesperadas que lo reviven y consigue seguir matando enemigos durante 15 minutos más de película.

Mente global

Cuando viajas alrededor del mundo y puedes conversar con personas de diferentes nacionalidades te das cuenta de que el fenómeno del adoctrinamiento sí está tremendamente globalizado. Todos te cuentan que su país ha sufrido mucho: que históricamente ha sido invadido por su vecinos; que no son un país rico pero por las presiones exteriores; que claro, geográficamente está en un lugar de paso y todas las hordas invasoras han cruzado por sus tierras. Lo que, por otro lado, les ha dejado una cultura muy rica y diversa.

En fin, como digo, no hay nada más globalizado que el adoctrinamiento. Perdonad el mega-paréntesis, pero el adoctrinamiento chino merecía una mención a cómo se hace en otros países.

Hoy también hablando con Francesc me comentaba que incluso ve en las generaciones más jóvenes ignorancia total sobre el tema. Hablábamos de que quizá las generaciones más mayores sí ven las noticias y tragan más propaganda. Pero los más jóvenes, la generación millenial china igual que sucede en otros países, no les preguntes por la guerra tarifaria con Trump porque ni saben lo que es, ni les interesa. Están a su rollo con sus selfies y su música y son, en todo caso, más apolíticos que digamos seres adoctrinados para adorar al régimen.

Desde otro punto de vista, del empresario, que es el sector en el que siempre me había movido hasta estos últimos años (luego hablaré del círculo más político), un hombre de negocios cuando viene a Europa y nos ven al ciudadano de a pie, protestar y pelearnos con tal norma, con la inspección, con el permiso tal, con el inspector de hacienda, … no lo entiende. Y ellos piensan, todas esas problemáticas son muros que dificultan el avance de vuestro proyecto.

Imaginaos ese muro. Cortando la carretera y ellos nos ven como gente obtusa que se empieza a pegar de cabeza contra el muro. Porque no debería estar ahí, porque no me lo merezco, porque esto ha sido el político tal que nos odia, etc. El chino, desde que ve el muro, se baja del coche, se va por la cuneta, hace un cálculo, y si el coche pasa, bordea el muro con cuidado y sigue avanzando por la misma carretera.

La burocracia

Claro, en esta metáfora donde, obviamente, cualquier occidental estaría ahí pegándose contra ese muro, lo que se cuenta en Occidente sobre China es que al chino lo han adoctrinado para no enfrentarse al muro. Pues no, para lo que lo han adoctrinado es para no poner en duda el muro, pero el chino pasará y pasará más rápido que tú, porque cuando ha llegado a su destino y ha colocado el producto en el mercado, la empresa occidental aún se está pegando cabezazos contra el muro.

Por eso, en los proyectos que tengo de implantación de empresas en China, lo primero que te pregunta un occidental es: “¿cuántos muros hay?” y lo que le intento explicar es que da igual cuántos muros haya, porque nosotros circularemos por la cuneta. Y claro, sobre todo en multinacionales y empresas con muchos protocolos y burocracia interna entran en shock y te dicen: “no no, nosotros queremos hacer las cosas bien”. Sí, no, si es muy respetable, pero haciendo las cosas bien lleváis estancados en el primer muro desde hace tres años. No podéis, como explicaba en el episodio sobre la pobreza en China, exportar vuestro modus operandi a China porque aquí las cosas se hacen de otra manera. Y me da igual si habéis exportado a 30 países, con esa mentalidad, China no será el 31.

Y el sistema chino, de alguna manera, incentiva esa mentalidad. Al contrario de lo que se piensa, el gobierno chino se entromete muy poquito en la economía. Hay una serie de sectores estratégicos: defensa, información, relaciones internacionales y poco más. A partir de ahí, el mercado se desarrolla con bastante libertad y así han prosperado. Siempre digo que la economía china va sola, es una bola de nieve gigante que el gobierno puede más o menos desviar un par de grados a derecha o izquierda, pero no puede evitar que siga montaña abajo.

Todos tenéis opinión

Me gustaría también contar una anécdota con mi pareja de nacionalidad china, en uno de mis viajes a España, estábamos con toda la familia. Os podéis imaginar que cuando vamos, viene todo el mundo. Y de nuevo, el deporte nacional: hablar de política. Claro, había unos de derechas, otros de izquierdas, otros más socialistas, nacionalistas de un lado, del otro y del más allá. Yo intentaba traducir todas las ideas para que ella entendiera la complejidad del espectro político español. Y en un momento, me preguntan: «lo ha entendido todo». Yo: «bueno, más o menos”. Y me dicen: “pregúntale qué opina ella”. Le hago la pregunta y me responde: “¿sabéis cuál es el problema de España?”. Y todos: “¿Cuál? ¿Cuál?”. “Que todos tenéis opinión”. Buff, ¡unas caras! Se quedaron pálidos. “¿Cómo nos dice esto? ¡Tenemos libertad para opinar! ¡Es nuestro derecho!”.

Podemos indignarnos mucho y pensar que son personas a las que les han lavado el cerebro o podemos pensar que hay más maneras de hacer las cosas, que quizá ellos están equivocados pero ello no hace que necesariamente nosotros estemos en lo cierto y bueno, nosotros que presumimos de mente abierta podemos tomar nota y abrir el espectro de posibilidades.

Esto, llevado al fútbol, lo decía Luis Aragonés y lo han dicho muchos seleccionadores. España tiene 40 millones de seleccionadores y así es imposible. No dejamos, que un profesional maneje al equipo y le respetemos. Por qué ha puesto a este jugador, por qué no a este otro, porque juega con esa táctica, …

La política

En mi corta experiencia en política o, más bien, cerca de los políticos en Beijing, tengo que decir que me han respetado, me han valorado y me han tratado mejor que en ningún otro lugar. Y una cosa que hablaba con Francesc es que, como mínimo lo que he vivido yo, cuando he tenido que dar una charla ante el gobierno central de Beijing, jamás me han dicho de este tema no hables, nunca me han revisado el guión. La verdad es que no tengo ninguna queja y este podcast relata eso, mi experiencia.

En fin, me parecía que valía la pena contarlo y espero que os aporte un poquito más en el funcionamiento de la información en China y en el futuro tiremos menos de tópicos.

Os dejo con un proverbio japonés:

«La lluvia solo es un problema si no te quieres mojar».

¡Gracias y hasta muy pronto!

Ahora puedes visitarnos en FacebookTwitterLinkedIn e Instagram y seguir los eventos y noticias de Adrián Díaz en Twitter.

Puedes acceder al podcast Lejano Este en iVooxYoutubeiTunes y Spotify.