Busy is the new stupid

Bill Gates pronunciaba hace tiempo una frase tan aplaudida como criticada: «Busy is the new stupid” . En todo caso controvertida. Aunque en un debate televisivo aplaudía la agenda de Warren Buffet donde mostraba días libres dedicados a la reflexión, en realidad creo que el debate no es tanto el de dejarse huecos vitales para recrearse en el silencio, sino el de planificarse mejor. No dedicar como solemos, la mayor parte de nuestro tiempo a apagar fuegos y entender que la prioridad está en lo importante y no en lo urgente.

Ha calado tanto, que cada vez me encuentro más empresarios y ejecutivos que se contienen para no pronunciar la palabra ocupado… Que se asocia con una mala capacidad de gestionar tiempos. Ahora funciona mucho mejor decir: “Tengo una agenda muy dinámica” o «esta semana tengo programadas muchas actividades”. La idea es transformar una palabra negativa, algo que muestra una debilidad nuestra… En una fortaleza. Es decir, seguimos estando ocupados, pero ahora lo vendemos mejor. A quién le gusta parecer estúpido, verdad?

Hoy quiero tocar este tema, quizá más filosófico como siempre desde la perspectiva sesgada de alguien que vive en China. Pero en esa matriz donde colocamos nuestras tareas del día, con el eje de abscisas definiendo la urgencia y el eje de ordenadas definiendo la importancia… Este podcast se sitúa en el peor cuadrante. Si no es parte de vuestra formación y es un entretenimiento, un podcast está a la altura de ese like en la foto del gato que le brindáis a esa chica que nunca os hace caso. Por suerte, el podcast tiene una ligera ventaja, no requiere de vuestros ojos. En el gimnasio, en el coche, en el metro… El blog agota, el video interrumpe y el podcast en cambio acompaña.

Pero como digo, no es urgente ni es importante que me escuchéis… Organizaos primero el día, solucionad lo importante y urgente, pensad bien lo importante y no urgente, delegad lo no importante y urgente y evitad lo no importante y no urgente.

Y ahora sí… Empezamos.

Pre-ocupaciones y negocios de difícil previsión

Os voy a contar una experiencia de segunda mano… de un cliente y amigo, Asier, que estaba hace unos días en China y en una de las reuniones que teníamos con empresarios chinos le decían… Es que estamos muy ocupados. Y él decía… No, claro y nosotros. Me decía, lo que me pide el cuerpo es levantarme de la mesa e irme… Pero cuando estás vendiendo, más aún en otro país, muchas veces tienes que contar hasta 10 y él, que ya cuenta con algunas miles de horas de experiencia en China, canalizó esa reacción primera más reptiliana en un argumento formidable:

“A mí me sobra el trabajo en España, si sólo pensara en lo ocupado que estoy hoy, ni vendría. Pero lo ocupado de España es el hoy, lo que me ocupa en China es mi mañana. Por eso, «pre-ocupándome» hoy intento tenerlo todo atado para seguir bien ocupado en el mañana». Qué palabra más infravalorada en nuestro lenguaje esta de «pre-ocuparse».

El tema es que nos cuesta mucho preparar las agendas de nuestros clientes por esa manera que tienen los chinos de hacer negocios. Vivir aquí es vivir al día. Planificar una reunión a 2 meses vista con un empresario chino tiene la misma fiabilidad que predecir el tiempo atmosférico que tendrás para ese día. Ni dos meses, ni un mes, ni tres semanas… El límite que me suelo poner yo es el de una semana. Por encima de eso, como digo es más fácil adivinar el clima que la viabilidad de la reunión. Si te arriesgas, como en ese día clave en el que no puede llover y vas revisando la app del tiempo a medida que se acerca el día, ve re-confirmando de nuevo la reunión a medida que se acerque o ésta se decidirá con una moneda al aire.

Como os decía, vivir aquí es vivir al día. Mis reuniones en la misma ciudad las pido el mismo día, raramente las avanzo el día anterior y mis reuniones en otras provincias, la mayoría con dos-tres días de antelación. Lo justo para comprar los billetes de tren minimizando riesgos.

Y con esa inmediatez, he cruzado el país en varias ocasiones con una reunión acordada y cerrada para encontrarme que el dueño tenía una emergencia y no se iba a presentar. Cosas del directo.

Solemos decir como crítica a la lentitud de la democracia que los mercados votan todos los días. Y emancipándonos de esa idea caduca de que los mercados son tipos gordos con corbata fumándose un puro en un castillo a las afueras de Londres y no… Todos nosotros tomando decisiones comerciales cada minuto, decidiendo qué producto merece nuestro dinero, que negocio sobrevive y cuál desaparece… No hay un lugar en el mundo mejor que China para ver ese dinamismo en todo su esplendor.

Y volviendo a la inmediatez, es esa característica de la vida en China que destaco a veces y de la que hablo cuando digo que el e-mail es una herramienta del pasado, completamente obsoleta para los chinos que necesitan enviar un mensaje y que lo recibas, respondas y pasemos a la pantalla siguiente porque si abres mi e-mail mañana desde que te lo envíe, los mercados ya han votado demasiadas veces.

Adaptaciones globales

La cultura de la prisa es un fenómeno occidental. Los orientales no vivían en este stress cronometrado. Salían de su aldea al amanecer y volvían cuando se diera el momento oportuno. Nosotros, que vivimos nuestra existencia en el carril rápido del mundo, sufrimos una prisa extrema por vivir antes de morir, por formarnos antes de trabajar, por cotizar antes de jubilarnos, por saldar la hipoteca antes de morirnos… Da la sensación de que en las puertas del cielo, preguntaremos por la caja rápida para no perder ni un segundo en llegar a San Pedro.

Y me diréis: Pero, no van los chinos a una velocidad muy superior a la nuestra. ¿Qué es lo que falla en el argumento? Falla que cada vez nos parecemos más. La globalización era esto. Que tú perdieras un poquito de lo mejor y de lo peor de ti, que yo hiciera lo propio, y en el centro nos encontráramos. Llevo casi 10 años casado con una mujer china y no dejo de descubrirme en este trayecto.

El día que China abdicó y decidió incorporarse al mundo, se perdieron muchas cosas… Muchas malas pero también muchas otras buenas. Quizá las buenas ya se habían perdido décadas antes. Es triste y hasta humillante pensar que para encontrar fuentes fiables de medicina tradicional china, incluso cultura ancestral china… Tengamos que irnos aHong Kong, Taiwán o incluso Japón, pero así es.

La sociedad China vive en una vorágine de consumismo del que pocos se libran. Y con el bolsillo lleno y el alma por rellenar, nada parece saciar lo suficiente.

El empresario chino, ocupado como pocos, vive también con la lengua fuera en uno de los lugares más competitivos del planeta. Si “busy is the new stupid”, muchos aquí se sienten identificados. Pero como el idioma chino es milenario, milenios antes de que Bill Gates pronunciara su frase, los tres mang del idioma chino, (mang significa “ocupado») muchos años atrás ya definían a un empresario por el que no valía la pena apostar…

Los tres mang son:

Máng 忙碌

Máng 盲目

Máng rán 茫然

Máng … ocupado. Máng , ciego. Máng rán sin dirección.

Y es que más allá de los empresarios chinos que compran equipos de fútbol en nuestros países… Aquí, en China nos encontramos a menudo a este emprendedor chino cumpliendo los 3 mang, azotado por su propia incompetencia para planificar su agenda o su estrategia a medio plazo. Cuidado porque podría ser perfectamente nuestro proveedor o nuestro cliente.

Una cuestión de habilidades

Adaptarse a el mundo occidental no ha sido fácil. En la filosofía circular en la cultura china el tiempo es cíclico. Y casi mil años después de que los chinos nos enseñaran a usar el papel moneda, nosotros les hemos enseñado como acapararlo más rápidamente.

Si había que hacerlo barato ellos lo harían más barato que nadie y si había que hacerlo rápido ellos iban a ser los reyes de la velocidad. Y es cierto, cuando sales de China, da la sensación que el mundo se mueve a cámara lenta.

Pero un error que cometemos los occidentales en China es pensar que los chinos tienen sus habilidades y también las nuestras.

Me explico con un ejemplo. Dos fabricantes de zapatos, uno sueco y otro chino. El sueco se compromete a hacer 1000 pares de zapatos en 100 días, el chino se compromete a hacer 100.000. Parte de la habilidad que tiene el chino para producir 100.000 es una falta de seguridad total en los procesos. Tampoco cuenta con una organización profesionaliza. Tampoco sus proveedores de los que depende para empezar el pedido, ni las empresas de transporte que le harán llegar esas materias primas o se llevarán el producto terminado. El chino tiene una habilidad extra, una que destaco siempre por encima de todas las demás: tolerancia a la incertidumbre. El sueco no. Éste, para firmarte el contrato, ha revisado 100 veces todos los procesos que formarán parte del pedido. El chino puede vivir perfectamente con esa incertidumbre. Otra gran diferencia es que el chino, como estoy explicando durante todo este episodio, vive al día. Al sueco, le pides una fecha de entrega y se siente muy cómodo calculándola; piensa como tú. El chino no! No entiende por qué le pides eso, existen demasiadas variables como para poder darte una fecha fidedigna, pero lo que entiende perfectamente es que sin esa fecha o diciendo no a la fecha que le pide el cliente no hay pedido. Y por tanto… dicen sí.

Quieres ir a la playa dentro de tres meses y de mi predicción meteorológica depende que me compres o no estas sombrillas. Pues qué te voy a decir… Que hará sol.

Vemos como el mismo chino que es incapaz de predecir si se podrá reunir contigo la semana que viene porque falta mucho… Siendo algo que en gran medida depende de él mismo, se compromete a fechas de entrega de pedidos a meses vista con miles de variables sobre la mesa.

Como digo, nuestro error está en pensar que cuentan con sus habilidades y con las nuestras y que nos dará toda esa cantidad extra a ese precio tan atractivo y con todas las garantías que nos proporcionaba el sueco.

Obviamente estoy caricaturizando la situación con un ejemplo fácil ya que también me escucháis personas no necesariamente ligadas al trading e intento que todo sea comprensible.

Hay quien me dirá también que no es cierto, que el conoce chinos con una gestión de tiempos idéntica a la occidental o pedidos en una fábrica que nunca fallan. Recordad que los chinos que conocéis son una muestra diminuta, que si hablan con vosotros es porque están en mayor o menor medida occidentalizados, internacionalizados, la muestra ya está contaminada… Y, por supuesto, de la misma manera que vosotros estáis intentando entenderlos a ellos, hay muchos chinos que han hecho lo propio porque han encontrado un nicho en proporcionar productos y servicios entendiendo mucho mejor las necesidades de su contraparte occidental. Aquí, los ABC’s (Americanborn Chinese) y los CBC’s (Canadianborn Chinese) hacen su agosto porque pretenden ser es vínculo entre estos dos mundos. Aquí en China, para diferenciarse de los otros chinos se llaman a sí mismos plátanos (algo con un tinte racista pero que se lleva bastante bien); plátanos porque dicen ser amarillos por fuera pero blancos por dentro. A veces tan blancos por dentro, que a ti te entienden muy bien pero a los chinos no tanto.

El valor del tiempo

Volviendo al tema de la gestión del tiempo y lo ocupados que estamos… Si nos apoyamos en la ley de rendimientos decrecientes, entenderemos que llegado un punto de eficiencia máxima, nuestros rendimiento marginal por las siguientes horas irá decreciendo. Es decir, en lugar de ocho horas, podemos trabajar 10, 12, 14… Pero llegará un momento que nuestra siguiente hora apenas aportará valor… Al final necesitaremos dormir, como ese ordenador que tenemos que reiniciar porque lleva demasiado tiempo funcionado y cada vez va más lento. Ojo, esto también es aplicable inversamente. Si no soy mucho más productivo trabajado 14 horas que trabajando 12… Puede que sea más productivo trabajando 6 en lugar de 8? Bueno, cada persona es distinta, pero vale la pena hacer la prueba. Yo abogo por hacer una gestión semanal con timeblocking y dedicarle ciertas horas al trabajo, ciertas a hobbies, familia, aprendizaje… Muchas veces no lo consigo, pero cada vez que tengo dudas sobre mi productividad, vuelvo a revisar el calendario y me vuelvo a alinear.

En el caso de un emprendedor, que es con el que más me identifico, reservar tiempo para meditar, reflexionar o pensar la siguiente estrategia… Sigue siendo trabajar. Recordad que Warren Buffet habla de eso cuando nos cuenta que tiene su agenda libre y sería muy inocente pensar que un ajedrecista sólo trabaja cuando mueve una ficha en lugar de pensar que lo hace en todos los minutos que invierte calculando estrategias, riesgos y posibilidades antes de mover esa ficha. Y me vale este ejemplo, porque no sé si busy is the new stupid pero está claro que muchos empresarios que conozco, también en China, viven moviendo las fichas sin parar un sólo segundo, sin tiempo para detenerse a meditar la siguiente jugada.

Yéndonos a un plano más filosófico… Dice siempre Warren Buffet que el tiempo es lo único que no puede comprar… Así que anda con mucho cuidado invirtiéndolo. Y lo dice él que es seguramente el mejor inversor del planeta.

Es curioso como los pobres se pasan la vida comprando dinero con su tiempo y los ricos, comprando tiempo con su dinero. Si no sabéis a qué me refiero, pensad qué compra el camarero que le prepara un zumo de naranja a un cliente y qué compra el cliente. Qué compra un chaval que trabaja para Deliveroo y qué compra el cliente que usa el servicio.

Ese es para mí la verdadera diferencia entre ricos y pobres y no el dinero de los unos y de los otros. Alguien con mucho dinero que sigue vendiendo su tiempo para comprar más dinero… No me parece en absoluto rico. En cualquier caso, es una apreciación personal… Y, obviamente, hay muchos más objetivos que el dinero para vender tu tiempo. Formarte por ejemplo.

Fue un punto de inflexión en mi vida cuando fui consciente de ello. Quizá os estoy contando algo super obvio pero, ya os digo, ha sido crítico en mi planteamiento vital.

Al final nuestro tiempo es nuestro mayor asset, e igual que el dinero con esa inflación del 2 o 3% se va depreciando para empujar a esos ahorristas a hacer algo con él y no guardar ese millón de dólares bajo el colchón… Nuestra vida se va depreciando también para empujarnos a hacer algo con ella, en una inflación que llamamos años.

Y a los ahorristas vitales les pasa que llegan al final de sus días y entonces descubren que ese millón de dólares ya no tiene ningún valor y ya no pueden nada con él.

Para mí la gestión del tiempo es clave. En nuestra vida personal, en los negocios… Y es muy importante, cuando te encuentras en un proyecto con otra persona entender cómo gestiona el tiempo (y los tiempos) esa otra persona, porque de ello dependerá en gran medida el éxito del proyecto. En el caso de las relaciones con China, más que muy importante diría imprescindible. Y en muy pocos proyectos mixtos veo esa sintonía. En el excel con el que tomaremos la decisión sobre nuestro proyecto, colocamos las variables que nos permitirían tomar una buena decisión con un socio de nuestro país. Y cuando el chino nos mejora cada guarismo… Qué podría salir mal? Pues todo lo que queda fuera del excel. Un montón de variables que no es que no estás contabilizando, es que ni sabes que existen.

Yo quizá me he ido al otro extremo y me encanta pasar cada día de mi vida sabiendo que no sé en qué país estaré la próxima semana… Se une aquí mi gestión de tiempos y mi tolerancia a la incertidumbre nivel máximo a una pasión por la espontaneidad.

Y así, con mil proyectos encima, intento mantener mi agenda despejada porque lo que tiene que venir es seguro apasionante.

Y hoy os dejo con un proverbio japonés:

«Rápido es… despacio pero sin pausas».

Gracias y hasta pronto.

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