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El centro de gravedad de la economía mundial se desplaza hacia Asia

Actualmente, el mundo está pasando por un cambio que no debería pasar desapercibido. Según la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico): “Esto no es un fenómeno pasajero sino un cambio estructural con una trascendencia histórica”.

Han surgido muchos estudios que demuestran este cambio, pero el centro de gravedad económica se basa en el peso aproximado de la masa de la superficie de un país basándose en su PIB, es decir, el promedio del PIB de la población y la superficie de los territorios. El mapa que se muestra a continuación no indica los puntos concretos sino que representa las aproximaciones de estas áreas de peso.

Siguiendo un poco la evolución histórica, en el siglo XVI el centro de la gravedad de la economía mundial se encontraba en el Mediterráneo (entre España y las ciudades mercantiles de Italia) desplazándose hacia Holanda, Francia e Inglaterra. A mediados del siglo XVII el centro de gravedad se había asentado, más o menos, en la zona norte del Atlántico (Inglaterra y a finales del siglo XIX,  Estados Unidos).

Ahora, a principios del siglo XXI, parece ir desplazándose cada vez más hacia Asia, en concreto entre la India y China. Con esta nueva arquitectura económica, las potencias del siglo pasado se están quedando atrás.

Este fenómeno no es fortuito ya que hay varias razones que pueden explicar este hecho:

–        La entrada de China, la India y las ex repúblicas soviéticas en el mercado económico mundial desde los inicios del año 1990.

–        El descenso de los países pobres.

–        La fuerte expansión de China y la India con el aumento de la demanda de materias primas a productores como África, América Latina y Oriente Próximo.

–        La rápida urbanización y desarrollo de los países, especialmente China.

–        El éxodo rural que se está produciendo hacia las ciudades también conduce al crecimiento económico.

–        Los cambios que se están produciendo en los flujos comerciales. Las relaciones comerciales y las inversiones entre economías de desarrollo están aumentando rápidamente.

–        Los países emergentes antes eran los exportadores con una demanda interna muy pobre y dependían mucho de los cambios producidos en las economías de sus clientes. Sin embargo, ahora, sostienen su crecimiento no basándose en las exportaciones ni en la demanda de los países “ricos”.

–        Se han percatado que tener un gran tamaño de la población (caso de China e India) no es una desventaja sino que es una ventaja para desarrollar economías de escala e incorporar grandes inversiones externas para el desarrollo de una tecnología punta, investigaciones e I+D.

–        La existencia de una oferta laboral barata, disciplinada y eficiente provoca una producción masiva además de una mayor productividad, menores costes de producción y mayor competitividad y rentabilidad.

–        En el caso de China, está invirtiendo mucho en su base industrial y productiva con el objetivo de atender su demanda interna y seguir siendo “la fábrica del mundo” de bienes de consumo.

Pero por otra parte, las economías desarrolladas cada vez están perdiendo más peso en la producción mundial. Para el 2030 se estima que estarán en un 43% en detrimento del desarrollo de los gigantes asiáticos. Asia ha ido fortaleciendo y concentrando la mayor capacidad productiva, competitiva, comercial, financiera y tecnológica.

También se estima que este recorrido además de ir hacia el Este, vaya descendiendo y aproximándose cada vez más, al sur (la zona de África).

Lo curioso de este suceso parece ser que conduce a un cambio cíclico puesto que tampoco habría que olvidar que China, durante milenios, fue la nación más poderosa y rica de la tierra y, no superada hasta ahora por ningún otro país.