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El pequeño robot chino

¿Qué harías si de repente, por ninguna razón aparente, comienzas a llorar con tal solo 10 años porque te das cuenta de que no tienes tiempo para disfrutar la vida como un niño? Esto es uno de muchos casos que he podido observar en familias chinas. Frank es un niño de 10 años que vive en una familia china de clase media, su madre trabaja de administrativa para una universidad americana en Shanghái y su padre trabaja para una multinacional donde pasa más tiempo de viaje de negocios en lugar de ver a su hijo crecer.  Fruto de la política del hijo único, Frank no tiene hermanos con quien jugar ni primos cercanos con quien pasar los fines de semana. Viéndolo así, es triste verse crecer en soledad y además poco ayuda el hecho de no poder abrirte a tus padres y contar lo que sientes ya que no forma parte de la cultura y temes a que te tachen de débil.

Yo, como extranjera que no tenía nada que ver con la cultura china, y tras haber sido su profesora de inglés por muchos años me convertí en su confidente y en su hermana mayor, además de ser amiga de la familia; y me comentó la razón del por qué lloraba, estaba frustrado y se quejaba de sus deberes del colegio y de que no tenía tiempo para descansar, ni siquiera 10 minutos. Yo no lo lograba entender, comparándolo con mi infancia en España, compartía muchos momentos con mis primos, amigos, vecinos y compañeros de clase para jugar y para ser niños. Teníamos deberes, sí, y actividades extraescolares pero también teníamos un rato para poder interactuar con otros niños. En cambio él, solo podía interactuar con niños una vez al mes, dos como mucho, ya que los otros niños también tenían una agenda parecida o incluso peor y cuadrar un día de juegos no es tarea fácil para los padres.

Una semana normal de Frank se resume de la siguiente manera: entre semana va al colegio de 8am – 3pm, hasta las 6pm hace los deberes y después tiene actividades extraescolares o de apoyo (matemáticas, caligrafía china, ajedrez, esgrima, fútbol, baloncesto…), a las 8 de la noche tiene que cenar y estar acostado sobre las 9pm si lograba terminar todos sus deberes. Y los fines de semana tampoco tiene descanso, se despierta a las 7am y a las 8 tiene clase de pintura (2.5h), luego come antes de su clase de robótica (2h) y por la noche tiene 2.5h de clase de apoyo para matemáticas. El domingo tampoco dista mucho del sábado, se despierta a las 8 am y está 4h en el colegio para más clases de refuerzo, además de natación y luego clase de inglés.

Y así, muchos niños en China están padeciendo esta realidad y no han podido pararse a pensar de su ajetreada situación ya que su agenda semanal no les permite tener ni tan siquiera 30 minutos de descanso, excepto Frank. Su frustración y ansiedad es real y así otros niños chinos están en algo similar pero por temor al fracaso y al «mianzi», no se atreven a comentárselo a sus padres ni tampoco hay una persona especializada en sus colegios como un mentor o algún orientador que les pudiera asesorar para manejar este tipo de casos.

El sistema educativo chino, desde primaria hasta la mitad de secundaria es obligatorio en China y  es considerado uno de los más competitivos y restrictivos del mundo. Los niños deben destacar para ser los mejores, para estar en el TOP 100 de su clase y para poder pasar el «gaokao». Incluso Frank me comenta que en clase de caligrafía china le gustaría poder escribir lo que quisiera y no pasarse horas y horas practicando poemas chinos, en clase de pintura no puede dibujar lo que quiere si no lo que diga su profesor, en clase de natación no disfruta nadando porque su profesor aspira y le prepara para ser un atleta; y todo esto se debe a su fin último de poder pasar el «gaokao» y entrar en la mejor universidad en China o en el extranjero  y encontrar un trabajo mejor.  Se les priva de su identidad, de poder expresarse a través de su propia creatividad, de poder disfrutar de sus aficiones como tal para convertirse en meros robots y máquinas que tienen como objetivo conseguir los mejores números en las notas de cualquier examen.

A pesar de los efectos negativos del sistema educativo chino que recaen en los niños, algunos colegios occidentales miran con asombro los resultados positivos de dicho sistema. Tal es así, que incluso Reino Unido ha empezado a implementar parte de este sistema a su currículum, usando materiales didácticos chinos para que los alumnos ingleses pudieran mejorar sus resultados sobre todo en matemáticas. Tampoco hay que olvidar, que gracias a este sistema, numerosos atletas chinos destacan por su excelencia. Además, el sistema está hecho para evaluar a 50.7 millones de estudiantes (entre primaria y secundaria de los colegios públicos) de la manera más eficiente.

Sin embargo, los tiempos cambian y son buenas noticias para Frank. En el momento de finalizar primaria, podrá optar por estudiar en un colegio semi-internacional durante su adolescencia, estos colegios proliferan cada año y combinan metodologías educativas occidentales y chinas. En un futuro muy cercano, Frank podrá elegir si quiere pasar el «gaokao» o seguir otro camino para poder desarrollar su creatividad, eso sí, en tal caso sus padres deberán preparar el colchón económico que necesitará su hijo para poder desarrollarse libremente tanto como individuo además de desarrollar su creatividad. Algunos colegios semi-internacionales también comienzan a implementar modelos como el STEM o el STEAM como opción de mejora al sistema educativo tradicional.

 

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