Las estadísticas de paro en China suelen crear controversia y habitualmente se usan para atacar la situación del mercado chino y aliviar a la opinión pública occidental augurando un creciente mal ajeno, en este caso, chino.
Sin embargo, analizando China desde dentro, los datos son radicalmente distintos y la situación ni es alarmante ni tan siquiera negativa sino todo lo contrario.
En primer lugar, analicemos los datos que generan esta controversia. El porcentaje de paro en China en 2011 fue del 4.1%. Para situarnos, comparémoslo con datos más cercanos. El porcentaje de paro en la zona euro en junio de 2011 fue del 9.9%, en España fue del 21% y en Alemania, la primera economía de Europa y uno de los países que mejor gestiona el desempleo en Europa, estuvo por encima del 7% durante todo el año.
En las economías occidentales, se considera que existe un porcentaje de desempleo crónico e irremediable de en torno a un 2% que engloba a las personas que no quieren trabajar, estudiantes y personas que sólo desean cobrar la prestación. En el caso de China, no existe tal prestación y por tanto, se elimina ese incentivo y esa población no figura en este porcentaje; sin embargo, se incluye en ese gran grupo a personas que se retiran voluntariamente y gestionan inversiones, comerciantes que no declaran sus negocios oficialmente, o personas que realizan trabajos fuera de la legalidad.
En este contexto, ese 4.1% no parece en absoluto preocupante; pero todavía existen algunas salvedades.
Es cierto que entre los jóvenes universitarios hay paro. Lo hay y éste es elevado. La dificultad del primer empleo, unido a la errónea idea inculcada en tiempos de crecimiento (se vivió también en España) que un título universitario te garantizaba un porvenir, ha provocado en la última década una avalancha de titulados que el mercado chino no ha podido (ni puede) asumir. Ello, unido a que estos universitarios a menudo son hijos únicos de familias con recursos (pudieron pagar su universidad), provoca que muchos de estos titulados no se vean en la necesidad de obtener un trabajo rápidamente y esperen ese trabajo ideal por el que estudiaron.
Salvando ese segmento de la población, en China no hay paro. De hecho hay un paro negativo.
En 2011 SedeenChina asistió a la reunión anual de empresarios de Yiwu, donde algunos ponentes estimaron la tasa de paro del país entre un -5 y un -8%, en función a si el dato se considera sobre la población activa (800 millones) o la población total del país (1300 millones), lo que en valores absolutos supone una demanda de trabajadores de casi 65 millones de personas. Precisamente la reunión fue tomada como una llamada de auxilio del sector empresarial a la clase política para tomar medidas ante esa situación.
¿Por qué sucedía (y todavía hoy sucede) esto? Hay muchas razones. La crisis mundial que, unida a la desafortunada ley laboral de 2008 devolvió a muchos trabajadores al interior, provocó que muchos empezaran sus propios negocios allí o trabajaran para quienes lo hacían. El desencanto de haber trabajado durante años lejos de casa por sueldos insuficientes provoca que ahora, en las provincias del litoral (industrializadas) apenas haya mano de obra incluso pagando sueldos más altos que en el interior.
En todo este tiempo, China no ha dejado de crecer. Y esos crecimientos del 8 y 9% han provocado más y más demanda de trabajadores.
Durante estos últimos años, el sector empresarial ha tenido que reconvertirse para poder seguir creciendo. Falló la tentativa de importar mano de obra del sureste asiático (el gobierno chino apenas ha aceptado un porcentaje mínimo, para el sector del empleo doméstico), y en este tiempo, en las regiones más productivas del país (principalmente Guangdong, Zhejiang y Jiangsu) ha habido una demanda de empleo tal, que era prácticamente imposible visitar una fábrica, una tienda o un restaurante donde no hubiera un cartel demandando trabajadores.
El mensaje en este cartel es: «Esta empresa busca costureros y patronistas. Si no tiene experiencia no hay problema, puede aprender»
Al contrario de lo que pueda parecer, este nivel de demanda no solo existe en los empleos de menor cualificación; es especialmente notable en trabajos técnicos y de cualificación media.
En estos momentos, el nivel de pobreza en China es mínimo y el nivel de paro puede considerarse cero o negativo. Cualquier trabajador de las provincias consideradas «pobres» es perfectamente consciente de lo fácil que resultaría encontrar un trabajo bien remunerado en el litoral o en las capitales y el problema real del país, en estos momentos, lo tienen los empresarios que son incapaces de consolidar plantillas estables para servir en el tiempo adecuado y con la calidad necesaria a sus clientes.
En un país tristemente famoso por el mito de la explotación laboral, resulta cuanto menos curioso esta nueva situación de la clase trabajadora con un exceso de empleo y una capacidad de negociación ilimitada que provoca otros problemas como la alta rotación laboral o el bajo sentimiento de pertenencia.