Hace unas semanas salió publicado en varios medios un artículo mío donde explicaba las opciones de los jóvenes desempleados y cómo Asia podía ser una salida posible a esa generación que llegó a la crisis con 20 años y 10 años después ya en sus 30, no ha trabajado y no ha acumulado experiencias en el momento más importante de la vida de un profesional que es esa etapa donde las empresas te contratan y te forman.
Lo titulaba “Luces en Asia para una generación perdida».
Hoy me gustaría hablar un poco sobre el feedback que recibí después de ese artículo, pero sobre todo quería hablar de tantas y tantas conversaciones que he tenido en todos estos años cada vez que volvía a España con familiares y amigos… Cuando te dicen «que valiente fuiste» o, bueno, si no te valoran tanto, «que suerte tuviste” y ese tipo de cosas.
No va a ser un episodio volcado a los negocios sino más bien algo motivacional o, si lo queréis una pequeña exposición sobre principios que condicionan mi toma de decisiones continua. Cómo afronto la responsabilidad de mis éxitos y mis fracasos y quizá ahora que llevo pocos episodios y tengo tan pocos seguidores que estamos casi en familia, he pensado que era el momento de desnudarme y hablar de ello.
Una granja inspiradora
Os voy a contar una historia verídica de una persona que ha influido mucho en mi forma de pensar y que me parece realmente paradigmática de cómo a veces nos conformamos con lo que tenemos sin plantearnos demasiado si otra realidad es posible.
Se trata de alguien retirado en una granja donde intenta llevar una vida sana, cultivar sus propias hortalizas, criar su propio ganado… Huyendo de ese mundo industrializado de comida procesada.
Tenía ya creo que más de 100 gallinas que las tiene libres por toda su granja alimentándose realmente bien. Viendo de una forma bastante parecida a lo que sería su estado natural. Un día compró unas 50 gallinas más. Estas gallinas que llegaban nuevas a la granja parece que habían sido criadas en estos compartimentos terribles. Básicamente jaulas, donde viven atrapadas, crean con iluminación ese concepto macabro de días más cortos para que produzcan más huevos. Y bueno, esos pobres animales jamás habían visto otra cosa que no sea al animal de al lado, jamás iban a moverse, ejercitar sus músculos, explorar, buscar su propia comida, etc.
Cuando metieron a estas nuevas gallinas en el pajar… No se movían. Las otras salían como cada mañana, exploraban, volvían a poner sus huevos, las nuevas no. Incluso contaba que intentaron sacarlas del pajar y volvían asustadas a buscar su hueco lo más escondido posible.
Claro, en ese momento te planteas si debes obligar a esas gallinas a tomar decisiones que no quieren tomar. En cierto modo, están satisfechas con su rincón. Y el pánico que les supone el espacio abierto. Más esa agorafobia con el miedo a los humanos, a los otros animales de la granja e incluso al movimiento de las otras gallinas que nunca habían visto antes. Unido claro, al tremendo esfuerzo que supone mover partes de tu cuerpo que no sabías ni que tenías porque jamás habías ejercitado.
¿No actuamos a veces los humanos como esas gallinas? Es curioso porque nacimos libres pero nos hemos esforzado durante milenios en dejar de serlo. De hecho, la historia del ser humano podría resumirse en una carrera infinita de restricción de libertades. Hasta el punto de que re-aprender a ser libres puede llegar a ser misión imposible. Cuando durante años educas a un ser limitando sus libertades hasta exterminar completamente su curiosidad, creas otro individuo, uno que incluso pueda llegar a sentirse a gusto con la única realidad que ha conocido.
En la alegoría de la caverna hace 2.400 años, Platón ya flirteaba con este escenario y sus derivadas.
Diseñados para sufrir
Y me he preguntado en muchas ocasiones ¿por qué sucede esto?, ¿y por qué podemos vivir en ciudades contaminadas?, ¿por qué aceptamos perder 2 horas al día en ir y volver al trabajo?, ¿o por qué aceptamos el metro en hora punta o estar parados en atascos todos los días de nuestra vida? O, ¿por qué seguimos en relaciones tóxicas o con un jefe al que odiamos?, ¿por qué nos esforzamos en pasar una oposición durante años, cuyo premio es condenarnos al mismo pupitre el resto de nuestra vida?
La única conclusión a la que llego es que el ser humano está excepcionalmente preparado para sufrir. Nos han diseñado con una gran resistencia al sufrimiento y lo hace con una estoicidad exultante.
Aunque nacimos libres, tenemos que pensar que el hombre es económicamente libre o prácticamente libre desde antes de ayer. El ser humano ha vivido en esclavitud total o parcial desde su aparición. En el momento en el que se crearon comunidades, automáticamente aparecieron la esclavitud y la servidumbre. Y además ha vivido su esclavitud en un entorno de pobreza miserable. Aceptándolo con total naturalidad. Tal como lo hace un pollito en una jaula que no se plantea ninguna otra opción. Porque, esa realidad es la única que conoce.
Pero mi tesis se centra en cuando esa jaula nos la hemos impuesto nosotros. Porque los refugiados sirios no tienen demasiadas opciones… Es correr o morir. Pero ver a gente estudiada, cuyos padres los prepararon para tomar la línea de salida en uno de los países más avanzados del mundo. Y que, en lugar de tomar la carrera, prefieren irse al bar a protestar por su gobierno. O simplemente, porque tienen una serie de derechos que nunca son suficientes. Me resulta terrible.
Sí es cierto que después tenemos también la faceta nacionalista de estar tan orgulloso del lugar en el que nacimos. Que creemos tener derecho a vivir en él como si nos hubiéramos ganado ese derecho en alguna vida anterior. Que va muy unido a prohibirle la entrada a todo aquel que, en el fondo, lo único que hace es apreciar el lugar tanto como nosotros.
Nos han enseñado que hasta este árbol de aquí son de los nuestros y más para allá son el enemigo. Y si alguien cruza el riachuelo tienes derecho a cortarle la cabeza. Claro, así, no resulta difícil que nos cueste salir y explorar. Hemos invertido mucha energía en conservar ese espacio imaginario. Por un lado, no nos hemos curtido en habilidades de exploración y comunicación. Por otro, nos parece que todo el mundo nos va a tratar tan mal como tratamos nosotros al resto.
Decía un humorista irlandés hace poco que él no entendía la frase “orgulloso de ser irlandés”. Sólo se sentía orgulloso de las cosas que había conseguido por sí mismo… y no de las cosas que le venían dadas por accidente.
Quizá deberíamos pensar un poquito en ello.
Animando a emprender
Yo soy un emprendedor y habitualmente animo a esto mismo. Aunque más que animar a emprender desanimo a quedarse estático y conformista en un mismo lugar. Me sorprende que la gente sea incapaz de apostar por un negocio durante 2 años. En cambio, sean capaces de apostar por un trabajo durante 20. Hace poco hablaba con uno de mis socios y me decía que tiene unos ingresos de unos 4.000 euros al mes. Tiene una inseguridad total y no se atreve a comprar una vivienda. Porque puede perder sus ingresos en cualquier momento si la empresa cae.
En cambio, cuando trabajaba por cuenta ajena recibiendo la mitad de sueldo, se hubiera comprado un piso. Cuando intentábamos adivinar por qué, la conclusión a la que llegamos es que, ahora, al dirigir la empresa cuenta con todos los datos, tiene la información y le genera muchas dudas. Cuando trabajaba para otros, no tenía ningún dato y daba por sentado que la empresa iba bien y tendría ese sueldo para siempre. Es curioso como la ignorancia puede generarnos tanta paz.
Y es que el mundo ha cambiado. Ahora ya no se trata de elegir entre una vida emocionante y repleta de incertezas y otra monótona y segura. Ninguna opción es ya segura. En los próximos años se van a producir cambios que nos van a afectar a todos. No sé si climáticamente hablando vamos a ser capaces de vivir en el mismo lugar en el que nacimos. Hemos visto que los países quiebran y no sólo los países del tercer mundo, hemos visto que los bancos quiebran y no sólo los bancos del tercer mundo. Nada de lo que nos prometieron es cierto.
Las jubilaciones desaparecerán… Las guerras, el terrorismo, el cambio climático, la robotización, la inteligencia artificial que nos llevará a la singularidad… Es imposible predecir donde estaremos en 10 años. En cambio, ¡la mayoría de la gente que nos rodea dobla la apuesta o incluso la triplica y hace apuestas a 30 años vista!
Explorar
Hablo de explorar, de no pensar que toda la realidad es la realidad que yo conozco. Yo mismo no dejo de explorar el planeta, ni mucho menos pienso haber llegado a un conocimiento global… Esta frase de cuanto más sabes más descubres que lo poco que sabes no es una cursilada para quedar bien. En 2017 exploré varios países de América, por primera vez desde un enfoque no turístico. Y, ¡apenas conozco África! Pero no se trata sólo de viajar, es una de mis pasiones, pero quizá no sea la tuya… Hablo de salir de tu zona de confort. Seguir estudiando o mejor dicho seguir aprendiendo, de ejercitar la curiosidad, de no dejar de conocer a desconocidos.
Quizá de mis épocas como jugador de rol guardo esa costumbre de plasmar en un papel mi hoja de personaje e intentar rellenar cuáles creo que son mis habilidades, destrezas, ventajas competitivas, pero también mis debilidades, taras, defectos, etc. Y miro qué tienen esas otras personas y admiro… Y me creo metas anuales intentando cumplir objetivos dispares. Como ejemplos, aprendí a bailar salsa con 38 años en Camboya y he practicado Yoga por primera vez con 40 años y muchísima vergüenza en un pueblecito al lado de Londres. No sé cuáles pueden ser tus objetivos: si volverte vegano, estudiar un master, abrir una ONG o aprender un nuevo idioma… Pero, recuerda que la diferencia entre un sueño y proyecto es solamente una fecha.
Y de nuevo, lo comparto como pensamientos aleatorios sobre posibilidades para el que le va mal. Si te va bien… Continua con tu plan, no hay un único camino para ser feliz, para tener una vida de la que te sientas orgulloso todos los días cuando te levantas.
No trato de sentar cátedra y no sabéis cómo me gustaría poder hacer este episodio interactivo y compartir este brain storming de ideas espontáneas en una actividad en grupo y poder escuchar otras opiniones.
Compartiendo experiencias con Martín
De hecho, he tenido una de estas conversaciones trascendentales, estos días en Kuala Lumpur con un viejo amigo… No lo he traído al programa por la idea de mantener este podcast como algo puramente en español… Pero estábamos compartiendo una serie de ideas que me han inspirado para lanzar este episodio.
Es un nómada digital italiano que trabajaba como programador y al llegar a su última empresa con 23 años, encontró al manager de 40 que era básicamente era el que se encargaba de formar a los nuevos y volverlos productivos… Unos años después, ese experto ya no era capaz de seguir el ritmo a los recién llegados y, finalmente, fue despedido.
Martín, mi amigo, podía haber optado por aquella viaje idea de “mientras no vengan a por mí… Qué más me da”; pero no. Estuvo dándole vueltas a si su futuro no iba a ser muy parecido al de aquel encargado con un agravante, que los ciclos cada vez van a ser más rápidos. La conversación me sorprendió porque, mientras yo incidía en la ceguera de los que aún confían su futuro a una estafa como la seguridad social y las pensiones de jubilación, que no deja de ser un esquema Ponzi perfecto de estafa piramidal, él me hablaba de su futuro a 4-5 años vista.
Si su encargado había sido despedido con 40, a la velocidad de evoluciona la programación, el sería despedido antes de los 30. Sus problemas no estaban en si iba a poder jubilarse o no a los 70, sino si iba a poder trabajar o no a los 35.
Decidió ahorrar un dinero, dejarlo todo y probar suerte en el sureste asiático. Decía Warren Buffet que la humanidad tiene tres grandes adicciones: la heroína, los carbohidratos y los salarios mensuales. La mayoría de la población evita el primero, disfruta el segundo y sufre el tercero. En esa rueda de hamster en la que nos colocamos cuando obtenemos un trabajo, nos hipotecamos, nos reproducimos y nos esclavizamos con pagos recurrentes que convierten ese sueldo mensual en la máquina de oxígeno de la que vivimos colgados y nos produce pánico pensar que en algún momento puedan desconectarla.
Martín fue capaz de salirse. Como es habitual en los digital nomads que te encuentras por estas latitudes, tiene mil proyectos, entre ellos un blog sobre inteligencia artificial en el que está poniendo muchas horas y que, honestamente, no sé si funcionará pero le está obligando a explorar campos que no conocía, hablar con personas de las que aprende, con las que genera networking y quién sabe si en el futuro llegará a colaborar.
Este chico, no deja de ser un ejemplo de cómo salirse de esa jaula mientras tu musculatura aún te da para explorar el campo.
El mundo no se acaba en tu país
En fin, hoy sólo quería compartir estas ideas con todas esas personas que no están encontrando lo que buscaban… Y el sofá no parece la solución a sus problemas. Gente que después de cumplir con lo que les habían prometido, sacaron sus estudios, hicieron su parte… Y luego descubrieron que todo era mentira. Que papá estado no va a estar siempre ahí para ayudarte porque es parte del problema. Y si no eres tú el que sale adelante nadie lo va a hacer por ti.
El mundo no se acaba en la empresa en la que estás. Mucho menos en la ciudad en la que estás ni en tu país. Naciste libre, las líneas en los mapas las dibujó el ser humano y la jaula en la que te encuentras metido puede ser más grande o más pequeña pero sigue siendo una jaula. Y puede ser una jaula bonita. Con tiendas, cines, calles pavimentadas, un gran servicio de recogida de basuras y escaparates con productos de última generación pero, si sigue siendo una jaula, yo me lo plantearía.
Por suerte, nuestros padres también asumen su culpa y nos restan presión para marcharnos. La idea de convertirnos a todos en ingenieros y médicos funcionaba en su época, no en la nuestra. Aquel día en el que Occidente entró en crisis y las fábricas se fueron, no se dieron cuenta pero nos hicieron un gran favor. Nos quitamos la venda y empezamos a aceptar que el rey iba desnudo. Descubrimos que ya no tenía sentido seguir educándonos como seres reemplazables en la cadena de producción de una fábrica porque… Ya no había fábricas. Y el castillo de naipes sobre el que se construía la idea de la clase media europea, que estudiaba para poner tornillos, trabajaba poniendo tornillos y se retiraba con un sueldo pagado por nuevos peones reemplazables que ponían nuevos tornillos… Se había desmoronado.
Show de Truman perpetuo
Yo me preguntaría a veces si no estoy viviendo el Show de Truman y todos los días van a ser iguales al anterior e iguales al siguiente… Hasta que vuelva a reventar la película, vuelva a acabarse el presupuesto para los decorados, vuelva a quedarme en la calle y le vuelvan a echar la culpa al del despacho de al lado cuando tengan que explicarme, de nuevo, que nada de lo que me contaron era verdad. Y nuestra parsimonia la estamos pagando con el bien más preciado que tenemos… Nuestro tiempo.
Os dejo, con un proverbio mongol, una frase del propio Ghengis Khan.
«No tuve ningún lugar donde esconderme del trueno, así que ya no le temo».
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