Tanto India como China, son considerados países con las culturas más antiguas de la historia de la civilización y han tenido sus respectivos puntos de inflexión en los años 40 (la Independencia de la India en 1947 y la Revolución Social china en 1949).
Están teniendo cada vez mayor peso en asuntos internacionales. Ambos son miembros del G-20 y son naciones con una extensa población, cuyo crecimiento está repercutiendo en su PIB.
China ha prosperado más que la India en los últimos diez años ya que China implantó sus reformas en 1978, mientras que la India inició las suyas en 1991 (13 años más tarde).
China supo ponerse a la altura de las grandes potencias en muy poco tiempo y convertirse en un ejemplo de estudio en el s. XXI. Los factores que han contribuido a este mérito se basan en el estricto control de un gobierno comunista con muchos programas enfocados al desarrollo (agricultura, educación…) logrando un país más competitivo; más inversiones procedentes del extranjero, consecución de materias primas (mediante acuerdos con países que cuentan con reservas de las mismas) y una barata mano de obra manufacturera e industrial (lo que facilita la producción de productos elaborados destinados a la exportación). Con estas medidas, China ha conseguido reducir la pobreza y luchar contra la corrupción, ha mejorado su producción (gracias a la implantación de la tecnología en la agricultura y la reducción de restricciones en los mercados) y el incremento del poder adquisitivo de la población ha hecho surgir un nuevo tipo de “clase media” emergente.
Al contrario que India, cuyos principales lastres son la pobreza, que no se ha conseguido reducir de forma notoria, sigue habiendo una tasa de paro superior en comparación con China y una destacable falta de servicios civiles básicos (apenas hay agua ni electricidad en muchas zonas). Todavía se rigen por la religión para la mayoría de sus decisiones políticas, y su estructura social basada en “castas” no permite que las clases sociales puedan evolucionar. La existencia de un gran sector privado con mucho poder que fomenta la corrupción, una mano de obra barata y analfabeta y una baja productividad (ya que utiliza todavía utensilios rudimentarios, sobre todo en la agricultura) son elementos que no ayudan en su progreso. Sin embargo, cabe destacar su especialización en el sector de la TI y la gerencia empresarial.
Hasta que la India no llegue a modificar su gestión no podrá competir con China, a pesar de los pronósticos que se dieron de ella a finales del siglo pasado. Por el otro lado, el gobierno chino está manejando el desarrollo del país promoviendo su propia “desaceleración”, porque su crecimiento es tan rápido y dinámico que, si no lo controla, podría provocar un caos en la economía internacional.