Episodio de sinofrenia, ya sabéis, esa esquizofrenia que sentimos hacia lo chino interiorizando simultáneamente que China se hunde, implosiona porque son un desastre y que China va a dominar el mundo y que son muy peligrosos. Con China nunca hay grises si quieren captar nuestra atención y mantenernos pegados a la pantalla.

Siempre explico que todos los años aproximadamente a principios de febrero, cuando ya tenemos los datos del año anterior, celebramos dos cosas: En China se celebra el año nuevo chino y fuera de China se celebra que China va mal.

Desde hace más de una década cuando yo veía que China crecía sin parar pero leía la prensa occidental y contaban otra cosa, me describían un país en el que yo no vivía… Empecé a prestarle atención a este fenómeno, fui haciendo acopio de las portadas, creo que es interesante hacer este ejercicio para entender cuán equivocados hemos estado sobre China. Por si alguno quiere aprender y ser más cauto de cara al futuro:

Conclusión

Fijémonos como toda esta información, que no es un cherry picking, tendríamos decenas sino cientos de medios a nivel mundial.  Me he centrado en uno por año y me he focalizado en medios anglosajones pero podría haber multiplicado por 100 cada año sin ni siquiera salirme de la esfera anglosajona. Imaginad en español, en alemán, japonés o hindi, es un no parar.

Y todo esto son datos desincentivadores para la inversión, es decir, los empresarios que han invertido en China, como yo mismo el día que decidí empezar de cero en este país, teníamos que dejarnos llevar por la intuición, pelear en el mejor de los cosas contra desinformación, en la mayoría de los casos contra bulos, contra los miedos de nuestra familia, contra las reticencias de nuestros socios, contra viento y marea porque parecía que nos íbamos al mismo infierno.

Porque os aseguro que las noticias económicas eran las más benevolentes, ha sido un no parar, una cascada de sensacionalismo avergonzante, de manipulación obscena, lo que hemos tenido que superar para atrevernos a apostar por China y pese a esto, pese a tenerlo todo en contra China, sólo poniendo su esfuerzo, sus ganas de trabajar en cualquier granja reconvertida en un taller donde alguien aportara maquinaria, aportara capital… China salió de la miseria.

En algún momento caerá… Y hay quien todavía dirá, «ves Adrián se equivocaba, como ya avisamos China estaba a punto de estallar».

En la vida he aprendido a no apostar contra China. Obviamente no son infalibles y sí, están haciendo algunas cosas muy mal… No como nosotros, ¿verdad? Que lo hacemos todo bien… Aun así, tenéis episodios donde hablo de la deuda pública o de la deuda externa infinitamente más saneada que la mayor parte de los países occidentales, tenéis episodios míos hablando de la inflación, algo que está afectando a toda Europa, a EEUU, a países tan bien gestionados como Nueva Zelanda y en cambio no está afectando a China.

Tenéis episodios donde hablo del desempleo en China, que a pesar de las noticias que nos dicen que los licenciados universitarios no encuentran trabajo (y es cierto) los niveles de paro en el país son infinitamente más bajos que los que sufrimos en España… Y ojo, hablamos de China, 1/5 de planeta.

Tenéis episodios sobre la cantidad de dólares que tiene China o sobre la cantidad de deuda americana que tiene China, sobre el patrimonio que tiene China, y no me refiero al patrimonio dentro de China, obviamente los gobiernos siempre tienen la bala de la expropiación bajo la manga, me refiero al patrimonio fuera de China.

Podríamos hablar sobre el diminuto estado de bienestar lo que significa que tiene un presupuesto público muy poco comprometido… Porque solemos evaluar deuda pública sobre PIB, algo a mi juicio completamente erróneo, ya que nunca se podría destinar un PIB entero a pagar deuda, en todo caso deberíamos calcular deuda sobre presupuesto público y siendo puntillosos, deuda sobre presupuesto público no comprometido… Y más allá de Singapur, y una o dos economías más China sería la economía más saneada del planeta.

Como digo, habrá piedras en el camino, como ya las está habiendo, pero más allá de que parece que estamos esperando que a China le vaya mal, como si eso no fuera a ser contraproducente para nosotros… si hay una economía preparada más que ninguna otra para hacer frente a una crisis, esa es la China. Por su teórica al menos sumisión, por el control que tiene el gobierno sobre el país y lo más importante, sobre la información… Que puede evitar propagaciones rápidas tanto de bulos como de eventos que sí estuvieran pasando.

Pero hay muchas razones también culturales, porque esa misma generación que hoy vive en la opulencia es la misma que vio hambrunas como no se han conocido en ningún otro lugar del planeta en ningún otro momento de la historia, es decir, esa gente que hoy se apuesta su hotel en un casino, trabajó 16 horas de pequeño vendiendo hortalizas en la autopista o recolectando basuras. ¿Quién pensáis que está más preparado para pasar hambre o para volver a trabajar 16 horas, ellos, o un niño consentido en Estocolmo?

En fin, ojalá os sirvan estos episodios, no como verdades absolutas, que no las tengo, sino para ampliar el foco y no entrar en pánico cada vez que alguien me cuenta que China todavía no se hunde ya pero faltan 5 minutos. En parte es responsabilidad nuestra tener un espíritu crítico.

Los demócratas llevan 200 años, sino 2000 intentando conformar contrapoderes al poder del estado, pesos y contrapesos para evitar una concentración de poder demasiado pronunciada y sin embargo el periodismo cuenta con una libertad absoluta para tumbar gobiernos, decantar elecciones, adoctrinar, generar odios.

Nunca apoyaré la censura, creo que la libertad de expresión se defiende cuando escuchamos algo que nos ofende, acostumbramos a hacer lo contrario, a defenderla cuando queremos ofender al otro, hay que garantizar la máxima libertad periodística posible.

La solución no es prohibir, la solución es pensar, poner en duda la información que recibimos, contar con un mínimo espíritu crítico, entender que alguien que un periodista es un profesional en la narración de lo que sucede y no en el análisis de lo que sucede. Están para informarnos, no para formarnos. Para eso tenemos otras instituciones. Y si quieren formarnos, están en su derecho, de la misma manera que tiene todo el derecho del mundo cualquier tendero a intentar vendernos pescado podrido.

Y cierro con una frase con la que contesté una vez a un periodista que no se cansaba de dar información defectuosa sobre China, incidiendo justamente no en lo que hace él sino en lo que hacemos nosotros: “La habilidad más necesaria para informarse sobre China en estos tiempos es saber diferenciar entre noticias y deseos.”