Está claro que Yiwu, por el momento, sólo tiene su atractivo para los ojos de un negociante, tanto local como internacional, al que sólo le interesa visitar el Mercado. Sin embargo, si uno además dispone de tiempo y ganas de viajar, a una hora se encuentra la ciudad de Hangzhou.
Para llegar a Hangzhou hay varias formas, aunque la más cómoda para viajar es en tren ya que, en poco más de una hora, con los trenes de alta velocidad del tipo D se puede llegar a la ciudad evitando atascos y asientos incómodos.
Una vez en Hangzhou, una de las estaciones se encuentra en el centro de la urbe facilitando el desplazamiento tanto a pie, en bicicleta, como en cualquier transporte terrestre o incluso usando el metro.
Si sólo disponemos de un día de viaje, el lugar más recomendable para ir a ver es el Lago Oeste, considerado uno de los paisajes protegidos por la UNESCO. Un lago artificial que ha sido objeto de inspiración para muchos poetas, escritores y artistas desde el siglo IX.
El tan preciado mérito se debe a los templos, las pagodas, los jardines y los árboles, al igual que sus sendas e islas artificiales con gran colorido. Formando un conjunto bucólico apto para el deleite de los ojos de cualquier visitante.
El lugar transmite paz en medio de una ajetreada ciudad. Te envuelve una sensación de tranquilidad y se respira una serenidad indescriptible mientras uno pasea al borde del lago o estando en uno de los barcos que navegan en él con sus diseños tan característicos. Basta con un recorrido de casi un día entero para una mejor apreciación desde todos sus ángulos.
La mayoría de los escritos que se hicieron de él todavía mantienen su significado hasta ahora. Lo que se veía siglos atrás, es casi fiel al mismo paisaje que se puede apreciar hoy en día a pesar de los cambios urbanísticos producidos en la ciudad. Todavía se conserva casi inalterada la integridad del Lago Oeste e incluso queda la posibilidad de seguir distinguiendo las colinas que lo rodeaban desde hace años.
Su encanto hipnotiza a cualquier hora del día. Queda plasmado en la memoria su atardecer, acompañado del sonido de los instrumentos tradicionales tan propios de la cultura china, junto con los cantos de aquéllos que se reúnen alrededor de él. Y, por último, el disfrute de su anochecer, con el baile de sus aguas al ritmo de la música y el juego de los colores… En definitiva, si se dispone de tiempo y ganas de viajar, la armonía del lago sigue intacta.