Lejano Oeste (Far West) o Salvaje Oeste (Wild West) son expresiones usadas para definir aquel periodo en el que gentes del este de los Estados Unidos decidieron migrar hacia el oeste con el objetivo de expandir el país y buscar fortuna en una tierra inhóspita.
Durante aquel recorrido el país evolucionó notablemente, no sin el sufrimiento de los pueblos que hasta entonces habían habitado aquellas tierras.
Hombres de negocios, oportunistas, soñadores, busca-fortunas, el ejército… todos bajo la atenta mirada de un gobierno que, a la vez que propone y dispone, deja un punto de anarquía supervisada.
Este resumen podría ser asimilable a lo que hoy es China ya que, salvando las distancias históricas, hay coincidencias en muchos aspectos a lo que en su día se llamó «la conquista del oeste».
Volvamos a China para entender el porqué de esta comparativa.
Cuando hablamos del «gigante asiático», «la fábrica del mundo» o el «mayor mercado del mundo», vemos a China como un gran país de casi 1500 millones de habitantes; sin embargo, de este gran «continente» chino apenas interactuamos con una pequeña parte.
Cuando nos referimos a los chinos, habitualmente pensamos en chinos de la raza «Han», concretamente de la provincia de Zhejiang y, en esta provincia específicamente, de las zonas de Wenzhou y Lishui de donde vienen el 90% de los chinos que habitualmente vemos en España. De este grupo una gran mayoría proviene de un «pueblecito» llamado Qintian. Sí, en efecto, cuando afirmamos poder diferenciar entre chinos y japoneses, realmente estamos pensando en diferenciar a japoneses turistas (ricos) con trabajadores chinos (en el pasado pobres) de una aldea concreta, sin entender que hay otros 1500 millones de los que apenas tenemos información.
Cuando pensamos en los productos fabricados en China, o conocemos a los hombres de negocios que viajan a China a comprar artículos, ampliamos el rango, pero no en exceso. El 80% de las exportaciones chinas provienen de 5 provincias (Guangdong, Jiangsu, Zhejiang, Shanghai, Shangdong, Fujian). Básicamente la línea de la costa.
Cuando pretendemos exportar nuestros productos a China, nos movemos también en estas provincias, limitándonos a núcleos de población alta en los cuáles sólo atacamos los distritos céntricos (modernos). Realmente, de los 1500 millones, empresas como Zara, Starbucks o Pizza Hut, apenas llegan a una población de entre 50 y 100 millones (en función a cada mercado) de población estática que obviamente se multiplica con el turismo interior del país.
Pero China no es sólo Beijing, Shanghai y Guangzhou. Las grandes marcas ya se han movido en la última década para llegar a más capitales pero el nivel de expansión es realmente ridículo. China crece más rápido que de lo que ninguna multinacional sea capaz.
En los últimos años ha existido una migración hacia el interior que ha desarrollado una segunda línea de provincias.
Se ha dado un efecto lógico a la evolución de los costes en todos los niveles, pues las provincias costeras se han convertido en provincias caras.
Y existe una tercera e incluso una cuarta linea de provincias lejanas, inhóspitas y aparentemente poco atractivas a la inversión (esto mismo se pensaba de California a mediados del siglo XIX).
Centrándonos únicamente en los costes de producción, la migración hacia el interior ha generado un nuevo coste. No se colocaron las fábricas en las zonas costeras porque ahí tuvieran más experiencia (no tenían ninguna), o porque allí hubiera más mano de obra (no la había) o esta fuera más barata (no lo era); se colocaron allí, porque una vez producidos los bienes, debían transportarse por mar.
Al mover la producción hacia el interior, hemos generado un nuevo coste: el transporte terrestre. este coste es todavía despreciable y despreciado pero no lo será siempre. Con la gasolina a casi mitad de precio que Europa, conductores baratos y medidas de seguridad reducidas para el transporte, éste «todavía» no cuenta.
Lo que sí cuenta son los problemas que se dieron años atrás con bloqueos en el sudeste asiático hacia los buques chinos que duplicaron el coste de los envíos de un día para otro. Una vez China vio el peligro, buscó una alternativa: el transporte terrestre. Al fin y al cabo, con las fábricas en el centro del país, ya costaba casi lo mismo poner los productos en la frontera este u oeste.
Unido al descenso de las exportaciones a Europa y EEUU y el crecimiento de los países centro-asiáticos abanderados por Rusia, todo tenía sentido.
Ahora, sólo había que conquistar el oeste. Esa tierra en la que China ha vivido de espaldas y donde los chinos (Han) son minoría y se sienten extranjeros. Esa tierra de mestizaje de chinos rubios, credos musulmanes, lenguas túrquicas, arquitectura mongol, hombres de negocios eslavos y donde a veces los dólares son mejor bienvenidos que la moneda local.
De repente, todos hemos puesto los ojos en el lejano oeste. Las provincias más grandes y menos pobladas de china, aquellas que ignoramos durante años y les dejamos a los «indios»… por fin cuentan.
Obviamente, no estamos en el S.XIX. Los chinos Han llevan habitando las regiones del oeste durante décadas, la peculiaridad es que lo llevan haciendo en minoría y, tal como decíamos, sintiéndose extranjeros.
Tal como pasó en el oeste americano, es el gobierno el que impulsa y a partir de ahí, hombres de negocios se lanzan.
Suelo económico, grandes recursos naturales, mano de obra obra barata, territorios por descubrir, turismo por explotar, montañas, lagos, desierto y el único paso fronterizo posible para unir Europa y centro-asia con el este asiático: la ruta de la seda. El gobierno central ha creado zonas libres de impuestos y bonifica a emprendedores y los gobiernos locales flexibilizan requisitos y restricciones en fábricas y aperturas de empresas, se firman acuerdos para crear zonas de libre comercio con ex-repúblicas soviéticas y se construyen nuevas vías de comunicación (autopistas, ferrocarril, oleo/gaseoductos) hacia centro-Asia y Europa con presupuestos sin precedentes.
Mientras la mayoría de empresas occidentales no han conseguido mover sus productos más allá de las capitales de la costa, China y todas aquellas empresas que quieren llegar realmente a ese público de 1500 millones… miran hacia el occidente, pero no el nuestro, el chino.
Buscando un último paralelismo, la comunidad china fue importante sino clave en aquel avance de los forty-niners (1849) en medio de aquella vorágine de occidentales y ahora, entre los chinos Han que se mueven hacia el oeste, es y será importante la masa de hombres de negocios occidentales que también lo hagamos.