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Boicotear a China, ¿Tiene sentido?

 

Estos días he tenido la oportunidad de entrevistar a Zigor Aldama, un periodista de referencia que ha pasado 20 años en China y con el que he discutido largo y tendido en este tiempo porque tenemos concepciones diferentes sobre lo que debería ser el periodismo. Estoy editando el episodio, lo tendréis en los próximos días, estad atentos porque son más de 2 horas en las que saltaron algunas chispas.

Y uno de los temas que toqué es un tweet que publicó donde se decía: «Hay riesgo de que no utilicemos los fondos Next Generation de forma inteligente. No se trata de llenar los tejados de paneles solares si esos paneles son chinos».

A mí me pareció una frase muy desafortunada. Él piensa que no, que se trata de proteger la industria local y que no hay ningún tipo de discriminación, y más allá de lo que opine yo sobre si la frase atenta o no contra el pueblo chino, que ya lo veréis cuando publique la entrevista, hoy me quería centrar en otro aspecto que es el de si deberíamos boicotear los productos chinos para promover el producto nacional.

De hecho ambas cosas son lo mismo, pero hay quien enmascara esos boicots diciendo “no no, yo no boicoteo lo de los chinos, yo promuevo el producto nacional”. Fantástico, suena menos racista, o menos anti-chino, pero básicamente es lo mismo. En este sentido agradezco que en el tweet, en la frase, fueran tan explícitos. No queremos productos si esos productos son chinos, punto. Candidatos a premio príncipe de Asturias a la concordia.

Por suerte, cada vez menos escuchamos esto de que hay que boicotear productos chinos porque en este país no se respetan los derechos humanos. Cada vez menos pero todavía se escucha. Aún hay gente, la fracción más ignorante de nuestras sociedades que cree que los chinos trabajan por un bol de arroz, que hay niños en fábricas o vete tú a saber qué. Y si tú cambiaste de opinión hace 5 años o hace 10, estás un poquito mejor pero que sepas que tú también estabas equivocado cuando aún lo pensabas. Yo estaba equivocado cuando aún lo pensaba. Y la realidad, cientos de visitas a fábricas, me puso en mi lugar.

Ahora probablemente lo digamos de Camboya, Bangladesh, Pakistán, India… Bueno, quizá estemos un poco equivocados pero seguramente no estemos demasiado equivocados. En eso. Ahora bien, ¿Por qué pensamos que nuestro standard es el standard mundial? El baremo por el que se debe regir toda la humanidad. ¿Quién nos creemos que somos?

Una cuestión de perspectiva

Algo que suelo explicar en mis charlas es que en todas las facetas de nuestra vida, en todos los temas que podamos imaginar,  es que hay alguien que piensa algo de manera más estricta que nosotros y hay alguien que es más transigente. Lo suelo visibilizar con una escalera. Nosotros estamos en un escalón determinado que es el que representa nuestro criterio sobre ese tema concreto.  Pero no es el escalón correcto… De hecho, no existe el escalón correcto. Son nuestras conclusiones, nada más

Miramos hacia abajo y pensamos, ¿Cómo puede este hombre no darle importancia a este tema?. Miramos hacia arriba y pensamos ¿Cómo puede darle este hombre tanta importancia a este tema?

El que piensa que pidiendo una factura sin IVA no pasa nada, que es ser listo… Cree que el que está un peldaño por debajo y oculta la mitad de su sueldo en Andorra es un estafador, y el que está por encima y pide la factura con IVA hasta en los mercadillos es un exagerado.

El que piensa que visitar a su madre una vez a la semana es lo correcto, pues cree que el del escalón de debajo, el que visita a su madre una vez al mes es un mal hijo, y el que tiene por encima, que la visita todos los días es un exagerado.

Esto pasa en todos los ámbitos. En el nivel de celos en la pareja, en lo agarrados que somos con el dinero, en lo agresivos que nos volvemos cuando nos ofenden, en nuestro nivel de obsesión por la comida sana o por el ejercicio. En todo.

Ya bueno, pero todo esto ya lo sabemos, ¿Qué nos quieres contar, Adrián?

¿Quién tiene razón?

Me acerco más a China. El que piensa que comer carne está bien, mira con desprecio al que está en el peldaño de debajo y come carne de perro pero, al vegano que tiene en el escalón de encima lo ve como un fanático. En este caso concreto, no sé si hay un escalón correcto, pero sé que el escalón más incorrecto probablemente sea el nuestro. Porque el que come perro al menos tiene criterio, nosotros no.

Pero, permanentemente pensamos que vivimos en el peldaño correcto y nos dedicamos a juzgar a los demás. Y si sólo fuera juzgar, pues bueno. Pero es que los actos tienen consecuencias.

Y, de repente, nosotros (nosotros o las personas que nos rodean) que vivimos con 1000 euros o con 1200 euros al mes, pensamos que hay que boicotear los productos chinos o camboyanos (me da igual) porque allí no les pagan lo suficiente.

Y si hemos entendido la metáfora de los peldaños, por qué no somos capaces de proyectar que un nórdico debería pensar, si fuera tan obtuso como nosotros «para mí, no se puede vivir con 1000 euros al mes y por tanto, me voy a dedicar a boicotear los productos españoles. Porque es lamentable que alguien trabaje por tan poco, estamos cooperando con esa explotación comprando naranjas españolas y jamón… y yendo a pasar nuestras vacaciones a Alicante… Además, usan esos salarios para competir con nuestras empresas locales que como pagan bien, lo normal porque nosotros estamos en el peldaño correcto, pues no podemos competir contra estos tramposos que trabajan a coste para exportar más».

Y alguien me dirá, claro pero es que China además no tenía ningún respeto por el medio ambiente. Bien, recuerdo la primera vez que viajé a Alemania, al llegar a la escuela el profesor nos apartó a todos a un lado, nos señaló las papeleras, que ahí había más colores que en el armario de mi mujer y nos dijo: “Españoles, plástico, papel, orgánico, vidrio, no-se-qué, no-se-qué y no-sé-cuánto-más».

Más allá de la vergüenza que pasé sintiendo que llegaba del infra-mundo… Qué pasaría si Alemania en aquella época hubiera dicho, «nosotros reciclamos todo por el bien del planeta y estos españoles no reciclan nada para abaratar costes…», Boicot.

De nuevo, no somos capaces de pensar de manera global y dejar de valorarlo todo como si nuestro standard fuera el standard mundial. Y no lo es. Y el de Alemania tampoco. No hay un standard mundial cada uno es víctima de su pasado y va llegando a una serie de conclusiones, a veces las mismas a la velocidad que puede, que le permite, su evolución como país.

Hipocresía

¿Por qué boicoteamos en realidad a los países pobres? Porque compiten con nosotros. Porque nuestras fábricas se deslocalizan allí, porque se llevan puestos de trabajo… Y así es como saldrán de la pobreza, se enriquecerán, subirán precios y empezarán a echar pestes de los países pobres a los que se muevan sus fábricas, porque son tan hipócritas como nosotros, ojo.

Argumentar que queremos boicotearlos porque nos preocupa lo poco que ganan es de una hipocresía fenomenal. Utilizar a los pobres, que jamás nos han interesado como parapeto para alterar el mercado y seguir manteniendo privilegios es de los argumentos más ruines que podemos emplear, pero en fin, es sólo mi opinión.

Justos por pecadores

Otro tema, una frase que me dijo Zigor en la entrevista y que me repiten mucho personas que a mi juicio tienen un problema con China o con los productos chinos. “Yo no tengo nada contra China, contra quien tengo algo es contra el gobierno chino”. Es un argumento, sólido, defendible. Pero, bajo mi punto de vista, es un argumento tramposo. Porque tus acciones no las descargas contra ese sujeto al que dices odiar sino contra un montón de inocentes a los que dices no odiar.

Primero, si estamos tan convencidos de que China es una dictadura, deberíamos haber deducido que los chinos no han elegido el gobierno que tienen, por tanto son víctimas del gobierno que tienen. Actuar sobre esas víctimas como lo hacemos en un boicot nos convierte en seres todavía más crueles. Tendría muchos más sentido que, no sé Suiza, boicoteara a los españoles, que eligen un gobierno que se vanagloria de haber subido el salario mínimo a 1000 euros cuando eso es un salario lamentable,  que roza el esclavismo y nos hace trabajar en condiciones infrahumanas.

Nosotros sí somos culpables porque nosotros elegimos a nuestro gobierno. Los chinos no. Nosotros tenemos lo que nos merecemos, los chinos no. Pero es que, como decía antes, en nuestro afán de boicotear al gobierno chino al final lo que estamos boicoteando son empresas chinas, no al gobierno chino, emprendedores privados chinos que viven que en muchos casos en un entorno ultra-capitalista donde el gobierno chino apenas interviene, apenas les afecta, pero tus decisiones de compra sí.

Y, más allá de estos emprendedores, que quizá te den igual porque son ricos capitalistas, estás perjudicando —y de qué manera—, a trabajadores chinos que trabajan en esas empresas, que ni han elegido su gobierno, ni entienden tus debates mentales, ni saben nada de política ni les interesa. Son simplemente personas que se levantan bien temprano todas las mañanas para ir a trabajar para llevar un salario a casa y alimentar a su familia con el sueño de pagarle una buena educación a su hijo y que este viva una vida mejor. Exactamente igual que tú.

Los boicots son dañinos para todos

Sin contar que con estos boicots lamentables, primero, a quién más perjudicamos es a nosotros mismos. Ya sabéis en un boicot, el daño propio es seguro y el beneficio incierto.

Si algún día  los británicos dejan de comprar jamón, los primeros perjudicados iban a ser ellos… buscando un supuesto beneficio que a mi juicio no se va a dar. Nosotros igual, no compramos productos chinos porque nos caiga muy bien su gobierno, compramos productos chinos porque mejoran a sus competidores en calidad, en precio, en disponibilidad, no lo sé, la razón que sea.

No lo hacemos por cortesía, lo hacemos porque nos interesa, por tanto, comprar nuestra segunda opción es auto-perjudicarnos, obtener artículos sub-óptimos cuando teníamos nuestra primera opción, la mejor opción al alcance de nuestra mano.

No es muy inteligente, como digo, esto vale para cualquier boicot, buscar un daño propio seguro… pensando en un daño ajeno incierto. Pero lo peor, es que además le damos armas al gobierno chino para vender a través de su propaganda este odio hacia lo chino. Es decir, lejos de perjudicar al gobierno chino lo que vamos a hacer es fortalecerlo de cara a su opinión pública. Y en general, si es que nos interesa lo más mínimo, que imagino que no, no contribuimos a la concordia, creamos mal rollo entre comunidades cada vez más entremezcladas, os lo dice un español que vive en China… No nos favorece en nada.

 

Hasta aquí, os voy a dejar hoy con un proverbio hindú

«Cuando no hay odio dentro, no hay ningún enemigo fuera»