Buscando hace tiempo información sobre diferentes perros, fui a dar con varias webs que clasificaban las razas según su inteligencia. Pero había una distinción generalizada: de entre las diferentes definiciones que podemos otorgar al término “inteligencia” se focalizaban en la inteligencia funcional, (grado de obediencia). Qué nos aporta que un perro sea inteligente si no nos obedece? Imagino que este es el razonamiento.
Claro, según esta teoría, un gato sería completamente estúpido porque tiene un grado de obediencia irritantemente bajo.
Lo de los perros es algo que se refleja también en nuestros comportamientos sociales ya que acostumbrados a dar mejor feedback sobre gente sumisa, personas que nos dan la razón o aquellos que nos escuchan sin opinar.
Sumisos para no ser una amenaza
Los chinos eran la comunidad extranjera más aceptada en todos los indices de racismo y xenofobia cuando se dedicaban a trabajar, cumplían una función residual en los engranajes de nuestra sociedad y apenas percibíamos su presencia.
Solíamos destacar que no generaban conflictos en el barrio, no los encontrabas en peleas en los parques, sus hijos no formaban clanes territoriales ni se dedicaban a actividades ilegales. Y aunque no fuera del todo cierto, en realidad lo que nos gustaba de ellos era su invisibilidad.
La percepción en esos índices de racismo y xenofobia ha ido variando; podría deberse a que las segundas y terceras generaciones de chinos occidentalizadas, muchos de ellos con pasaporte y costumbres locales ya interactúa más con nosotros; de hecho, pensar así es bastante racista ya que esos niños que van al colegio con nosotros ya son “nosotros», pero no… Mi opinión sobre por que ya no los vemos con tan buenos ojos tiene que ver con que ya no son tan invisibles.
La prensa nos ha hecho percibirlos como una amenaza… y 10 años de adoctrinamiento en el noticiario explicándonos que nos compran, nos invaden o se llevan lo mejor de nuestro país, han hecho mella.
La diferencia principal entre un perro y un gato no es únicamente la sumisión del primero sino la incerteza que tenemos sobre las intenciones del segundo.
La sensación que tengo cuando leo opiniones en el terreno de la geopolítica es que juzgamos a los países con un patrón similar. Desde nuestra tribuna, egoísta es todo aquel que piensa más en sí mismo que en mí. Los países que no obedecen, no siguen nuestras directrices, tienen opinión propia o se atreven a discrepar… nos generan sensación de rebeldía. “Nos» me refiero a EEUU, me incluyo aquí porque como buen europeo que soy, me parece que tengo voz y voto en esto porque le río las gracias al repetidor grandote que abusa de los débiles de la clase. En realidad soy un cero a la izquierda para el abusón, pero mientras no discrepe, me salvo. Así de barato me vendo.
El status quo después de la caída del muro de Berlín era que uno hablaba y los demás obedecían.
China resulta una voz discordante en un mundo que se movía relativamente cómodo al compás de un líder que, es cierto, otorgaba privilegios palpables a quien no ponía en duda su papel hegemónico.
De nuevo, cuando nos referimos al mundo, hablamos del primer mundo, el mundo amigo, o el mundo rico… Básicamente los lugares donde un atentado terrorista en el que mueren 200 personas abrirían un telediario. El resto de los países, aquellos territorios donde las vidas valen menos, curiosamente algunos de los que quizá apoyarían a China en una mesa de discusión, «esos» no son mundo.
Todo nuestro talante democrático se acaba si alguien propone que las decisiones globales se decidan entre todas las personas del planeta… Claro ahí nuestra superioridad blanca, nuestra cultura aventajada y nuestros privilegios históricos quedarían diluidos por una cantidad inmensa de personas con necesidades diferentes a las nuestras. Que no entienden que lo de sufragio universal se refiere al universo que comparte nuestros valores; con los demás ya no nos interesa tanto la democracia. Y que eso del socialismo y la solidaridad esta bien cuando recibimos de los del escalón de encima, pero cuando nos toca dar al del escalón de debajo, mejor reforcemos las vallas que estos no forman parte del club.
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Es verdad que China se ha visto envuelta en muchos conflictos en un relativamente corto periodo de tiempo. Su presencia, ya se percibe como una amenaza. No es el dragón dormido que Napoleón y compañía usaban en frases lapidarias… Es ya una realidad que ha venido para quedarse. El cambio de ciclo que os comentaba en episodios anteriores.
Curioso lo bien que asimilamos lo de la nueva realidad del Covid y lo lo mal que llevamos que haya un nuevo país disputando la hegemonía mundial a los buenos y que además lo haga compitiendo con nuestras normas. Comercio, exportaciones,… Llevábamos tanto tiempo imponiendo nuestro capitalismo con cascos azules, amenaza nuclear, promoviendo golpes de estado, vendiendo armamento a terroristas amigos y subiendo al poder a tiranos leales… Que siempre pensamos que el siguiente gran hegemón lo conseguiría de la misma manera. Que el único camino era pisar al de al lado. Que nos estén ganando bajo las normas del mercado es como un gol en propia puerta que duele el doble.
Es incuestionable que en China a medida que ha crecido su influencia a nivel mundial, también ha crecido su ego. Algo entendible por otra parte; ya no tienen que llegar a las reuniones con la cabeza gacha y complejo de inferioridad. Pero, sea o no comprensible, lo cierto es que tiene consecuencias.
La táctica de China
Hace algunos días compartí en Twitter unos archivos desclasificados por la CIA donde se explicaba desde el punto de vista norteamericano el origen del conflicto fronterizo entre China e India.
En aquel momento, la táctica de China para colocar presión a su interlocutor era firmar rápidamente acuerdos con otros países, cediendo. Así demostraba lo fácil que era negociar con China. Es decir, si cierro un acuerdo con Myanmar (Birmania) en un conflicto fronterizo que tenemos atascado… Mostramos al mundo que no somos un estado beligerante y quien promueve el desacuerdo es, en este caso India, que no sabe llegar a acuerdos.
Esta estratagema, que tampoco es «rocket science” (me parece bastante básica), es sin embargo altamente efectiva como acción propagandística. Ya no para contentar a los tuyos y generar aprobación a nivel interno, eso pocas veces es preciso; tengas los medios controlados directamente como sucede en China o indirectamente como pensamos que no sucede en occidente, hablar de la soberanía nacional es algo que, correctamente adoctrinados, nos pone a todos firmes y es nombrar las Malvinas, Gibraltar o la salida al mar de Bolivia y nos envolvemos en nuestra bandera y como en una pelea de egos en un bar de cuñados, saca lo peor de nosotros mismos sin que nuestro gobierno necesite imponernos demasiada propaganda.
No, como digo, a nivel interno no es tan necesario. Este tipo de estrategias se usaba (y se usa) para ganar imagen ante la opinión internacional. La foto del trío de las azores no aportaba nada a nivel bélico para atacar Irak… 100 contra 1 o 120 contra 1 no cambia demasiado el resultado. Lo que buscaba Bush no era agrupar más tropas sino dividir culpas. Y ahí China falla.
Cuando se veían débiles usaban estrategias como la que he comentado pero ahora, China, si siente que tiene razón, va con todo. Tenga en frente un país o tenga 15. Y no está ni siquiera intentando que la opinión internacional les de la razón. Cuando pregunta alguien sobre Hong Kong, la respuesta es que es un problema interno. Si preguntan a cerca de las islas del pacífico, son suyas y no hay nada que discutir… Y así con todo. Como siempre digo, tienen un problema de marketing tremendo.
Perfil bajo frente al ruido
EEUU es capaz de iniciar la guerra comercial, ordenar detener a la heredera de Huawei por motivos políticos, mandar cerrar el consulado de un país extranjero en una decisión histórica y que nos parezca relativamente bien a todos… Porque los malos son los chinos. Claro, hablamos del único país que ha provocado una matanza con bombas nucleares y que permitimos que siga dictando quién puede poseerlas y quién no. La diferencia de marketing es abismal.
En fin, siempre parece que soy anti-americano o pro-chino y lo único que pretendo en este podcast es ya no exponer otra versión… Sino, como mínimo poner en duda la versión mainstream que a veces me parece que queda demasiado coja. El relato oficial occidental con el que en muchas ocasiones estoy de acuerdo, ya lo tenéis representado en todos los medios, únicamente cuando me chirría algo y creo que ese punto de vista no está suficientemente defendido… Pues, Aquí me tenéis.
Y en esa línea, que queréis que os diga: las maniobras militares conjuntas de EEUU, Japón, India y Australia en el pacífico me parecen una provocación completamente innecesaria. Recuerdan mucho a «la alianza de las 8 naciones» que atacaron China para reprimir el levantamiento de los Boxers en el año 1900… Y es un movimiento muy estúpido por parte de Trump porque China tiene grabado a fuego las humillaciones sufridas desde las guerras del Opio y ningún gobierno chino que quiera seguir ostentando el poder va a dar un paso atrás mostrando debilidad en ese punto.
Bastante suaves han sido en sus respuestas los chinos teniendo en cuenta lo que podrían haber escalado los conflictos recientes. En la guerra tarifaria se ha dedicado a igualar las sanciones americanas por los mismos montos, cuando podría haber doblado la apuesta y duplicado las sanciones por ejemplo para disuadir a la otra parte, con lo de la heredera de Huawei han sido también bastante reactivos y han esperado mucho antes de tomar represalias contra Canadá, con India están los dos países jugando a poco más que escaramuzas de pueblo… No sé, siendo el demonio en persona, me parece que no contribuyen al ruido global como podrían y prefieren en cambio mantener un perfil bajo y seguir pactando.
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Algo que quizá debería hacernos pensar es la opinión del chino de a pie, manipulada, por supuesto! No como la nuestra que es 100% objetiva, que no estamos apenas adoctrinados, no caemos en una cámara de eco y nos informamos en medios que representan todos los puntos de vista. Bien, pues si, aunque sea en ese afán de perdonavidas condescendiente, nos interesamos por lo que piensan los chinos, cuando le preguntemos por qué China se pelea contra el mundo, lo más probable que nos responda es: “por qué el mundo se pelea contra China?”.
Bueno, pues depende de nosotros querer incorporar más puntos de vista al debate o reducirlos al máximo entre los que reafirman nuestros pensamientos previos. Incluso cuando el otro punto de vista está equivocado, me gusta entender por qué piensa así. Creo que me enriquece colocarme en la posición del otro, entender sus argumentos en lugar de ridiculizarlos, estar incluso dispuesto a cambiar de opinión. Cambiar de opinión no es perder, perder en todo caso sería entender que el otro tiene argumentos coherentes y encerrarse en los propios huyendo hacia delante…
Y el último pensamiento en una discusión, con un amigo, en una pelea de pareja también, pero todavía más cuando hablamos de geoestrategia, es pensar que aunque el otro esté completamente equivocado… Quizá podamos hacer algo nosotros. Porque siempre que colocamos la culpa en la otra persona automáticamente estamos renunciando a la opción de solucionarlo. Cuando un contrato no se ha firmado y la respuesta de tu comercial es: “Es que no querían negociar”… Si das por buena esa explicación, no parece existir una solución que te incluya en ella. Me gusta mucho más, y es lo que por ejemplo promovemos en nuestra empresa, intentar que los problemas siempre desemboquen en nosotros para que de nosotros dependa el llegar a una solución posible. «Por qué no se ha cerrado el acuerdo? Porque no hemos sabido transmitirle las ventajas de nuestros productos al cliente”. “Por qué has acabado esta relación con tu pareja? Porque quizá no he sido lo suficientemente empático con lo que mi pareja necesitaba” Mucho mejor que “Porque estaba loco o loca”, que nos coloca en una posición incompetente para resolverlo o, en caso de que no queramos resolverlo, no nos ofrece ningún aprendizaje para futuras disputas.
Si vemos la China nacionalista promoviendo enfrentamientos en todo el mundo y volcamos toda la culpa en ellos, automáticamente nos estamos declarando incompetentes en cualquier plan para desatascar el conflicto… Porque si están locos y quieren conquistar el mundo y llenar nuestros bosques de osos panda y hacernos comer a todos el tofu ese que huele tan mal… Pues no hay mucha solución posible y esto sólo va a escalar. Si en cambio empezamos a medir lo que depende de nosotros y pensamos: “vale, la guerra tarifaria ha sumado o ha restado en la tensión global que hay hoy en día?” «Es que nos roban propiedad intelectual!» “OK, había alguna manera más amistosa de defendernos ante eso que provocar un conflicto global?” Quizá no, no lo sé.
De todas maneras, que la primera economía del mundo, lo máximo que haya podido ya acusar a un país que hace 20 años era de los lugares más pobres del planeta, sea robar tecnología… Me recuerda cuando el Madrid o el Barcelona se quejan porque les han pitado un penalti en contra… Va, de verdad! Pero vuelvo a preguntar, si intentamos que la solución dependa de nosotros: “La guerra tarifaria ha sumado o ha restado en la tensión global que hay hoy en día?”. “Estas maniobras militares amenazantes de una coalición del países en el pacífico, suman o restan a que nos llevemos bien todos?”. “Que Japón esté retirando sus empresas de China a base de ofrecerles subvenciones astronómicas para volver a Japón, suma o resta?” y así yo analizaría punto por punto por qué de repente tenemos 10 frentes abiertos.
Puedo entender que China no tenga razón en algunos de esos puntos, pero se me hace difícil pensar que no tenga razón en ninguno de ellos. En general suelo desconfiar de las discusiones que acaban 10-0.
La importancia de ceder
Una vez, mi socia me enseñó que en algunas negociaciones, tienes que dejar que la otra parte meta algún gol. Que se vayan a casa convencidos de que han jugado un buen partido y que se queden orgullosos del resultado. Que si ganas 5-0 se van a casa humillados y al final no has ganado la discusión, te has generado un enemigo. Ya os digo ahora que China no va a perder 10-0 este partido. Creo sinceramente que la diplomacia internacional se haría un buen favor a sí misma llegando a un acuerdo con China, que obviamente también intenta ganar 10-0, salirse con la suya en todos los temas… Y al final, o esto escala a un nivel en el que reventamos el planeta o llegamos a un acuerdo, cedemos en algunos temas e intentamos que el mundo sea un lugar vivible.
Hay conflictos en los que ceder quizá signifique que hay un tercero que pierde, estoy pensando en Hong Kong, pero hay disputas que de verdad… Esto, dos hombres de negocios sin objetivos electorales lo solventaban en una tarde. Un trozo de roca en el Himalaya donde no vive nadie, unas islas del pacífico en las que sólo hay intereses económicos… Creo que hay conflictos donde ceder te engrandece. No hablo sólo de occidente, China también debería ceder.
Por desgracia, vivimos en un momento en el que ceder parece significar volver a casa con la cola entre las piernas, admitir una derrota y perder las próximas elecciones y eso provoca un riesgo moral porque para un político es infinitamente más rentable ir a muerte envuelto en su bandera luchando por su soberanía (luchando de manera simbólica porque en caso de guerra no irá él) que llegar a acuerdos menos monetizables. También os digo que quizá estoy infravalorando al político medio actual porque las últimas negociaciones en la Unión Europea nos demuestran que podemos irnos para casa a vender que hemos ganado la negociación mientras nuestro rival hace lo propio. Me encanta cuando todos ganan!
En cualquier caso, reflexionando sobre lo que depende de nosotros, vale la pena recapacitar si en realidad, cuando tensamos la cuerda al máximo, estamos tomando la mejor decisión posible o la más populista.
El mundo no está en contra de china, el mundo no somos nosotros o no solo nosotros.. el mundo también son los chinos y países que no tienen ningún problema con China.
Pero esta bien que agreguemos al mundo temporalmente a los indios, ahora que no nos molestan, son relativamente invisibles en nuestras ciudades, aportan curry a nuestra dieta y están de uñas contra los chinos. Yo propondría incluso darles derecho de veto en la ONU y dejar a sus ciudadanos (los más de 1000 millones de indios) votar en relación un hombre un voto junto con nosotros en las decisiones mundiales. Y cuando su potencial nos amenace hagamos lo mismo con Pakistán para hacerles frente y sigamos con todo oriente medio y África y no nos paremos ahí. A ver si conseguimos que algún día todos los países tengan voz, voto y veto y las decisiones se tengan que tomar por unanimidad en lugar por imposición. Quizá ese día el mundo no esté contra China ni contra nadie porque esos eslóganes propagandísticos incuantificables habrán sido sustituidos por conteos de voto universal (ahora sí) cuantificable.
Qué horror, te imaginas? Me dirán una buena parte de los supuestamente demócratas actuales.
Os dejo con una frase de Gandhi: “Más que los actos de los malos, me horroriza la indiferencia de los buenos”