A la hora de realizar un control de calidad para un producto, la figura del controlador de calidad emerge como uno de los pilares fundamentales a tener en cuenta para alcanzar el éxito.
Entre las muchas clasificaciones en las que se podrían encuadrar los controladores de calidad, procedamos a distinguir entre controladores de calidad internos y externos.
La diferencia básica entre ambos tipos es que un controlador de calidad interno pertenece a la propia empresa mientras que el controlador de calidad externo es ajeno a la misma, y como todo, cada tipo de situación conllevará una serie de ventajas y desventajas.
La característica más obvia en cuanto a los requisitos que se le pueden exigir a un controlador es que tenga conocimientos acerca del producto a controlar, lo que evidentemente provoca que la figura del controlador interno parezca la solución ideal, pero hay muchos más aspectos a tener en cuenta.
El hecho de tener experiencia como controlador (controlador externo) es algo de vital importancia para que el control sea satisfactorio.
Estaríamos ante una situación en la que habría que optar o bien por personal interno con conocimientos del producto o por controladores externos sin conocimientos del producto.
Para balancear estos desequilibrios, siempre podríamos optar por formar a cada parte en aquellas facetas en las que no están entrenados, aunque según experiencias previas, la opción más óptima suele ser la de formar al controlador externo para que conozca los detalles del producto y pueda emplear su experiencia como controlador para lograr unos mejores resultados en el control de calidad.
La importancia de la objetividad en el control de calidad
Mantener la objetividad en los controles de calidad es una de las claves para que se realicen con éxito, y aquí sí que se aprecian diferencias entre los controladores internos y externos.
Un controlador externo normalmente será más susceptible de ajustarse a la objetividad que un controlador interno. Supongamos el caso de que se le encarga realizar el control a un controlador interno que es, por ejemplo, el responsable de compras de la empresa. Es más probable que en este caso, el controlador valore otros aspectos más allá de los planteados objetivamente. Puede que el comprador le esté presionando sobre la urgencia de recibir el pedido y provoque que el controlador se deje llevar por las prisas en vez de por los criterios técnicos.
Crear listados de criterios objetivos
Una buena práctica a la hora de realizar controles de calidad es asegurarse de que al controlador se le proporciona un listado con criterios objetivos que el producto debería cumplir.
Se debe asegurar la claridad de dicho documento, y más tratándose del caso de China. Hay que tener en cuenta que seguramente dicho documento será traducido, por lo que sería interesante dejar claro cada apartado, dividiéndolos en puntos clave que deben cumplirse a toda costa.
Es importante remarcar el nivel de especificidad. Para asegurarnos de que el controlador realiza bien su trabajo, estos puntos deben ajustarse al detalle. Por ejemplo, aclarar el tamaño de una determinada pieza con su correspondiente margen de error máximo.
Un buen control de calidad debe reflejar la realidad del producto en ese momento atendiendo a los criterios objetivos establecidos, sin más añadidos. Conviene realizar la aclaración, ya que, en muchas ocasiones, puede que el comprador presione para que el envío salga cuanto antes, por lo que se debe prestar especial atención a estos casos para no contaminar el historial de calidad de la propia fábrica.
Entonces, ¿cuál es la mejor opción?
No existe una respuesta definitiva. Existen casos tanto de éxito como de fracaso en ambas suposiciones.
Lo que sí suele ocurrir, en base a la experiencia acumulada, es que la opción más sencilla y efectiva sea la de recurrir a un controlador externo e instruirle con una formación adecuada.
En próximos artículos ampliaremos la información sobre aspectos a tener en cuenta en cuanto a los controladores y sus características personales, así como posibles situaciones a evitar para que no se vean influenciados por los propios fabricantes.