Quería hacer este episodio y sacarlo hoy aunque tengo a mi equipo descansando porque es primero de mayo y me apetecía realizar un pequeño homenaje al trabajo. También un reconocimiento a todos aquellos que se levantan cada día bien temprano para satisfacer necesidades de los demás y como solidaridad a todos aquellos que lo intentan pero no lo consiguen.
¿Cómo es posible que no haya trabajo? Más allá de la pandemia, como puede ser que España tenga una media de casi un 20% de paro en los últimos 40 años. Es una auténtica barbaridad. De Venezuela o la deriva que lleva Argentina mejor ni hablar. Es terrorífico que haya personas que queriendo trabajar no consigan un empleo. ¿Por qué sucede eso? ¿Es el trabajo un bien escaso?
Necesidades ilimitadas, trabajo ilimitado
Alberto Benegas Lynch, un cerebro privilegiado que tenemos el placer de poder disfrutar, suele decir que el trabajo es el bien abundante, ilimitado por naturaleza. Que es una contradicción en toda regla decir que hay escasez de trabajo. Y la tesis es genial. Si partimos de la base de que las necesidades del ser humano son ilimitadas y el trabajo (con permiso de la robotización añadiría yo) de momento es más o menos la única manera de producir esos bienes y servicios… Entonces existe trabajo ilimitado.
La idea que expone en sus charlas es, si tras un naufragio un grupo de personas llegara a una isla desierta, las necesidades en ese lugar serían ilimitadas. Nadie diría —“Aquí no hay empresas… No hay trabajo, yo soy mecanógrafo me voy a ir al paro, yo soy taxista… Aquí no puedo ejercer, me quedaré quieto sobre una roca a esperar…»— No.
Desde el primer momento que llegáramos nos faltarían las horas para cubrir todas las necesidades que tenemos.
Buscaríamos agua, comida, intentaríamos recoger lo que quedara útil del naufragio, trataríamos de fabricar herramientas, utensilios, saldríamos a recolectar frutos, treparíamos para recoger cocos… Siempre con esa idea de isla paradisíaca porque en una isla en el mar del norte o cerca de la Antártida duraríamos 5 minutos. De hecho probablemente no llegaríamos vivos a la costa.
Pero para que se entienda la idea, las fuentes de trabajo son ilimitadas. Hemos prostituido tanto la palabra comercio, que no recordamos que lo que queremos son cosas que producen los demás y para ello nosotros producimos otras y las intercambiamos.
En esa isla no es que debamos ser útiles al resto para quedar bien, es que debemos ser egoístamente útiles ofreciéndole a los demás lo que necesitan para obtener de ellos lo que ellos producen.
Quizá somos buenos pescando pero nos llevará todo el día y cuando volvamos a la cabaña querremos que otra persona haya conseguido crear y mantener fuego para poder cocinar esos pescados. O que alguien haya recolectado algunas frutas o agua potable para no tener que hacerlo nosotros agotados tras una dura jornada pescando.
Y alguno quizá dice: claro las necesidades son ilimitadas en una isla pero no en la sociedad actual.
No es así, en absoluto.
Mayor evolución, más necesidades
En la sociedad actual tenemos infinitamente más necesidades que en una isla desierta.
Precisamos de un móvil en cuya producción han contribuido miles de personas que no conocemos, queremos educación para nuestros hijos, precisamos carreteras, iluminado en los parques, justicia, programas de televisión, un jarrón que se fabrica a 10.000 km, pajitas de plástico que seríamos completamente incapaces de producir por nosotros mismos, queremos saber que tiempo hará mañana, necesitamos que nuestro equipo de fútbol gane, que suban nuestras acciones, queremos un cortado, descafeinado, con leche de soja templada, corto de café y con sacarina en vaso de cristal, el periódico, la clave del wifi y usar el servicio (y si pueden bajar un poquito la música mejor).
De hecho, la isla desierta es el preludio de todo lo demás. Es, de donde venimos. El estadio previo a la revolución industrial.
Tras cubrir esas necesidades básicas, con el paso del tiempo, alguien conseguiría transformar alimentos, crear ropas, cabañas más elaboradas, barcas, armas para cazar mejor, cuerdas, pozos, velas, sistemas de riego y suministro de agua, animales domésticos, hierbas medicinales, utensilio cada vez más complejos, educación para las siguientes generaciones, defensa ante amenazas externas, religiosidad aunque fuera sólo para enterrar a los muertos, formación de leyes y resolución de conflictos… Podemos extender todo lo que queramos nuestra imaginación y acabaríamos llegando a nuestros días con revistas del corazón, sal del Himalaya y pistas de paddle.
Entonces, si coincidimos en que las necesidades humanas son ilimitadas, y que tras superar las actuales, llegarán otras.
Tras los coches, llegarán los coches voladores, tras la conquista de la luna llegará la de marte, tras el aumento de la esperanza de vida medio a 100 años querremos llegar a 120, tras erradicar el hambre en el mundo querremos erradicar la analfabetización y tras esto vendrán otras cosas, y cuando todo el mundo tenga lo que se nos ocurre hoy se nos ocurrirán sueños mayores.
El factor regulación
Si coincidimos en esto, coincidimos también que (como ya digo, con la salvedad de la automatización y la robotización), que esas necesidades ilimitadas deben ser cubiertas con trabajo ilimitado. ¿Cómo es posible que haya gente que quiera trabajar y no pueda hacerlo? ¿Qué falla aquí? Falla, que no hemos incorporado a esta ecuación la regulación.
Falla que en algún momento, en nuestra isla, el líder del grupo dirá que está cansado de ir a pescar 10 horas y que a partir de ahora sólo se puede ir 8 horas al día. Prohibirán subirse a las palmeras porque es peligroso. Si el que consigue cazar muchos conejos los va intercambiando por muchos productos y se va enriqueciendo, le obligaremos a pagar impuestos por su riqueza y acabará no interesándole salir a cazar.
Y si unimos todo esto en que con esos impuestos hay que pagar al que dice ser filólogo turco… o hay que usar esos recursos para fabricarle un baño propio al chico éste que se siente tortuga marina… Y ya no puede ir al baño de los hombres porque todo el mundo mira su caparazón… Pues ahí está, entendedme la caricatura, es lo que tenemos hoy en día en el llamado primer mundo. Que siempre he creído que le llaman así porque será el primero en irse a pique.
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Un tema también relacionado con el trabajo que me gustaría tocar es el tema de la inmigración.
Yo soy un inmigrante, pero os aseguro que pensaba así antes de serlo y es que a mí nunca me ha dado miedo competir.
Siempre me he sentido el mejor en mi campo. Habrá un problema de ego ahí —seguro— pero… Si alguien puede ofrecer mejores servicios que yo a un mejor precio, me dedico a otra cosa… Será por servicios que aún faltan por cubrir… realmente creo que las oportunidades son ilimitadas.
Que vengan inmigrantes es señal de que hay abundancia de trabajo y sinceramente, creo que no vienen a quitarnos el empleo, vienen a hacer cosas que nosotros nos negamos a hacer. Pero en cualquier caso, que vengan me dice mucho sobre nuestra economía.
Durante la crisis —creo que fue allá por el año 2011— cuando asistía a reuniones de empresarios chinos con negocios en España y veía que se querían marchar de España pensaba —wow, ni los chinos hacen dinero…—
Olvidémonos.
La evolución laboral en China
Por otro lado he vivido la evolución de China y es muy significativa. La curva sería completamente opuesta a la de España. El paro era negativo, sobraba el trabajo, como en esa isla desierta sin regulación.
Había millones de necesidades por cubrir. Capitalismo salvaje le llaman… Creo que de manera peyorativa.
Curiosamente, con desempleo negativo, la única manera de conservar a tus trabajadores era competir con ellos.
No hacían falta convenios colectivos ni regulaciones, subíamos los sueldos un 20% todos los años. El país se enriquecía y empezaron a llegar extranjeros.
Los chinos no es que ya no necesitaran trabajar 16 horas o hacer trabajar a los niños, es que ya podían permitirse contratar profesores de inglés nativos, profesores de tenis, fútbol, idiomas secundarios… Tanto que tuvieron que ponerle límites a la inmigración porque demasiados extranjeros querían venir.
Y no venían de Zimbabwe o de Bangladesh, ¿eh? Venían de Alemania, de Canadá, de Italia… ¿Qué pasaba en esta isla para que el trabajo no fuera un bien escaso como en las demás islas? Que si veías una necesidad por cubrir podías ponerte a trabajar en ello como un náufrago más, sin pedir permisos, sin inspecciones, sin regulaciones…
Esto ya se va acabando —en muchos sectores ya se acabó— y es que cuando una economía madura, pasan estas cosas.
El otro día me decía una chica —¿Por qué no nos damos besos ya como cuando teníamos 15 años?— Besos de 15 minutos, besos de esos que competirían en una olimpiada de apnea… Pues porque maduramos y, aparentemente, dejamos de hacer cosas emocionales para hacer cosas racionales. Y después tememos que nos sustituyan las máquinas.
Cambian las tornas
Volviendo a China, es curioso que no hayamos visto la evolución de la inmigración como una señal del cambio de ciclo. No son compartimentos estancos ordenados como un efecto dominó —crisis en EEUU, China se enriquece, nos vamos a trabajar a China… No,— son vasos comunicantes, comunicados, que van interfiriendo unos con otros.
En China sobraba el trabajo antes de la crisis subprime, aunque la gente sólo lo viera cuando se pegó de morros con la irrealidad que les habían prometido. Y cuando los que estábamos en China veíamos a los españoles, entre otros, llegando en contenedores… Ya sabíamos que se iba a cortar el chorro en algún momento. Porque aquí también piensan que la regulación beneficia al trabajo y pese a que son extremadamente competitivos y ultraliberales en los negocios… También hay burócratas que jamás pagó sueldos a fin de mes que piensa que demasiados extranjeros le quitan el trabajo a los locales. Y en esas estamos.
Ahora los extranjeros se quejan de racismo porque los chinos se comportan exactamente igual que como nos hemos comportado nosotros toda nuestra vida. Bueno, ya me gustaría a mí que en el primer mundo se tratara al inmigrante como nos han tratado a nosotros en China. Obviamente, la situación era distinta… Pero desde el punto de vista de la dignidad de las personas, nada que objetarle a China.
Cerrando este tema de la inmigración… Que no seamos un objetivo de los inmigrantes, también me parece significativo, cuando en lugar de ser importadores netos de inmigrantes, somos exportadores… Y nuestra generación mejor preparada se larga porque en su país no ve futuro, gente además educada en el nacionalismo, extremadamente arraigada a su tierra… vamos, un red flag como una casa para empezar a pensar que algo estamos haciendo mal.
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En la pirámide de necesidades de Maslow después de las necesidades fisiológicas, viene la seguridad y el trabajo.
Muchas veces cuando veo la gente me pregunta por qué a los chinos no les preocupa la contaminación —bueno, cosa que también están cambiando y quizá deberíamos revisar nuestro argumentario porque se va quedando caduco— pero en cualquier caso, cuando me lo preguntaban años atrás… Yo pensaba, ¿Cómo podemos estar tan miopes?
¿No entendemos que este país acaba de salir de un naufragio, que lo primero ha sido llenarse el estómago y ahora recientemente están empezando a pensar en las cosas en las que nosotros pensábamos hace 50 años? Que vayan a una velocidad endiablada y que sean casi el 20% de la población mundial no significa que puedan solucionar todos los problemas de un golpe y, obviamente, a esa velocidad hay temas que se quedan atrás… Pero centrándome en el tema trabajo, es así como han salido de la miseria: trabajando, trabajando y trabajando.
Eso sí, en condiciones que no se conocen en Europa desde hace 100 o 200 años.
A base de trabajo, no de subvenciones
No han salido de la miseria con ayudas estatales —vale la pena recalcarlo una vez más.— No existían esas ayudas porque el Estado no recaudaba absolutamente nada cuando la base imponible era la de una economía que había descendido a niveles del siglo XV.
A base del esfuerzo de la gente, cuando les permitieron trabajar libremente, es cuando se empezó a recaudar, y ahora sí, con esa recaudación sobre la base imponible de lo que genera la actividad privada, nos podemos poner todos medallitas y hablar de planes quinquenales que hace 30 años eran más irrelevantes que el presupuesto de la provincia de Murcia, de Antioquía o de Santa Fe.
Y en este día del trabajador me gustaría recordar que nunca un país ha salido de la miseria con dádivas, con préstamos del fondo monetario… subsidiar la miseria sólo ha servido para perpetuarla y volverla dependiente.
Algo extremadamente rentable para algunos.
Lo único que ha funcionado hasta el momento ha sido el trabajo duro, el ahorro, la acumulación de capital, inversión de ese ahorro en capital humano (educación), capital tecnológico, mejora de maquinarias, técnicas y vuelta a empezar.
Fabricando emprendedores
Recuerdo cuando yo tenía mi fábrica de ropa, de alguna manera, como tantos y tantos empresarios chapados a la antigua, pensábamos que tendríamos cientos de trabajadores y ya. No entendíamos la velocidad a la que se movía un país desregulado como China.
Lo que sucedía es que éramos fábricas de dos productos. El primero, nuestro producto principal (el que fuera en aquel momento, ropa en mi caso) mientras que el segundo producto que fabricaba eran emprendedores.
Con un sólo sueldo —no os digo más— con el ahorro después de cobrarlo y gastar en todas sus necesidades básicas, la cantidad restante resultaba suficiente para que un empleado mío se comprase su propia máquina de coser.
Se quedaban 6-8 meses en la fábrica para aprender, pero en ese tiempo tenían suficientes ahorros como para comprar 4-5 máquinas de coser, acondicionar la primera planta de su casa, el parking, el granero, lo que fuera… Ponían a trabajar a su madre, a su tía, dejaban de trabajar para mí y automáticamente se convertían en mis proveedores.
Como pasaba con absolutamente todos los empleados, me veía obligado a contar con ellos. Además, conocían el producto así que ¿por qué no? En China no tenemos ese ego de “ah pues te vas, me dejas tirado, no vuelvo a hablarte”.
No, somos pragmáticos. Ayer eras mi empleado y hoy somos prácticamente socios… Genial, mientras me sirva lo que haces, vamos adelante. Les llevaba la ropa, me devolvían las piezas terminadas… Es lo que se ha venido a denominar fábricas satélites, que mucha gente piensa que se creaban desde fuera… ¡No! Era una suerte de implosión de grandes fábricas que pagando sueldos altos generaban emprendedores sin parar.
Esa mentalidad trabajadora, incansable de los chinos es lo que todavía no ha tocado techo. Y en este día del trabajador, da un poquito igual si hablamos de trabajo por cuenta propia o por cuenta ajena. Creo que es una especificación muy nociva que nos ha llevado a engaño durante unas décadas… Al final todos trabajamos por cuenta propia, simplemente hay quien tiene un cliente o quien tiene varios pero es indiferente.
Regulación imposible
Esa regulación que hace que a los trabajadores por cuenta ajena en lugar de contratarlos casi los adoptes para siempre es parte de por qué escasea el trabajo y cada vez más todos optemos por externalizar en autónomos y dejar de contratar.
Y el mundo va a una atomización así, quieran lo que quieran los reguladores. Quien piense que va a subsistir siendo improductivo porque alguien en lo ha escrito en un convenio colectivo bueno, le quedan 5, 10 años… Si le llega para jubilarse con ello perfecto, al resto… Más vale que consigan ser productivos o me temo que lo pasarán realmente mal.
Y nada más, en este momento donde cuesta tanto que nos dejen trabajar. Justificada o injustificadamente, me apetece 0 la discusión sobre el covid, pero… me parece un día especial para homenajear a todo aquel que se levanta bien temprano para servir a los demás, obtener un beneficio y poder intercambiarlo y cubrir sus necesidades.
Mucho antes de esta pandemia el trabajador ha tenido dos problemas principales. Por un lado se le arrincona a base de regulaciones que provocan que artificialmente el trabajo se convierta en un bien escaso cuando, como decíamos, debería ser el bien abundante por excelencia y por otro lado se le graba brutalmente a base de impuestos.
Los incentivos están así colocados, si trabajas te trituro y si no lo haces hago como que te sostengo ¿Qué podría salir mal?
Os dejo con la siguiente frase de Confucio:
«El gobierno es de los hombres no de las leyes»
En mi opinión el ejemplo de la isla desierta no es demasiado acertado ya que se entiende que es un sistema aislado en donde todo el mundo comienza igual y no hay concentración de riqueza, siendo ésta el origen de muchos de los problemas del capitalismo, pero atacar un ejemplo no lleva a ninguna parte así que me concentraré en aquellas afirmaciones que no parecen que se ajusten con la realidad.
El país se enriquecía y empezaron a llegar extranjeros.
Los chinos no es que ya no necesitaran trabajar 16 horas o hacer trabajar a los niños, es que ya podían permitirse contratar profesores de inglés nativos, profesores de tenis, fútbol, idiomas secundarios… Tanto que tuvieron que ponerle límites a la inmigración porque demasiados extranjeros querían venir.
Sinceramente no sé de donde sale eso, China ha sido y sigue siendo un país de emigrantes, que sí, que ahora están más formados que la anterior generación pero siguen emigrando. Y los inmigrantes no compensan para nada la marcha de nacionales, sobre todo teniendo en cuenta las duras condiciones que ya existían que únicamente permitía visas para profesores de idiomas y personal hipercualificado o trabajos específicos para extranjeros como cocineros, markenting además del ya mencionado idiomas.
Y no es porque lo digo yo, las cifras no mienten, China tiene un balance migratorio negativo.
https://www.macrotrends.net/countries/CHN/china/net-migration
Que no seamos un objetivo de los inmigrantes, también me parece significativo, cuando en lugar de ser importadores netos de inmigrantes, somos exportadores…
Pues no, exceptuando los años más duros de la crisis, España sigue teniendo un balance positivo migratario.
https://knoema.com/atlas/Spain/topics/Demographics/Population/Net-migration-rate
Lo único que ha funcionado hasta el momento ha sido el trabajo duro, el ahorro, la acumulación de capital, inversión de ese ahorro en capital humano (educación), capital tecnológico, mejora de maquinarias, técnicas y vuelta a empezar.
Y un keynsianismo de órdago, como cuando por ejemplo en 2008 gastaron un 12,5% del PIB en gasto público para infrastructuras.
No, somos pragmáticos. Ayer eras mi empleado y hoy somos prácticamente socios… Genial, mientras me sirva lo que haces, vamos adelante. Les llevaba la ropa, me devolvían las piezas terminadas… Es lo que se ha venido a denominar fábricas satélites, que mucha gente piensa que se creaban desde fuera… ¡No! Era una suerte de implosión de grandes fábricas que pagando sueldos altos generaban emprendedores sin parar.
Siempre me ha resultado curioso que siempre se hable del «emprendimiento» como el secreto para hacer rico a un país, después te vas a los datos y ves que los países como un mayor porcentaje de emprendedores está en Africa, concreatmente en Camerún, Bostwana y Uganda.
Y es que el capitalismo como mejor funciona es con la acaparación de capital y recursos que lo hace más efectivo, relegando el emprendimiento para las naciones con una economía más básica.
Curiosamente Grecia tiene una tasa de emprendimiento superior a Suiza aunque muy inferior a los países africanos o latinoamericanos.
Las cifras en este PDF, página 37
https://www.gemconsortium.org/report/gem-2014-global-report
Lo que quiero dar a entender, es que achacar al capitalismo salvaje y sin reglas la prosperidad de una nación es una idea sin sentido, si fuera así, Somalia sería ahora un país desarrollado con una industria potente, y me temo que no es así.
Saludos.