El chino ocupa, hoy en día, la primera posición en cuanto a las lenguas más habladas del mundo con 1.200 millones de hablantes, seguido del español con 329 millones y, después, el inglés con 328 millones.
Además de obtener ventajas culturales y para hacer negocios, también se ha podido comprobar lo que aporta el chino a nivel cognitivo.
Aprender el chino mandarín supone tener disciplina, orden y concentración puesto que este idioma hace que seas más organizado, previsivo y observador además de tener un sentido de la estética, o al menos, para aprender a hacer los caracteres, se deben desarrollar estas cualidades.
Por otra parte, mejora nuestro pensamiento abstracto y la memoria ya que implica desarrollar la habilidad de interpretar muchas veces y no simplemente leer. Es necesario realizar una lectura del contexto requiriendo una rigurosa observación.
Estudios de la Universidad de California han comprobado que el cerebro procesa el mandarín como lo hace con la música (en el hemisferio derecho) y no como palabras. Ya que es un lenguaje tonal y precisa de la afinación de tonos para poder comprender el idioma. El poder distinguir los tonos y los caracteres ayudan a desarrollar habilidades visuales y sonoras para poder mantener la mente activa.