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Los chinos no tienen Google


Una de las frases ganadoras que más se repite en las discusiones donde se ataca a China es “los chinos no tienen Google”. Es un comodín de esos tipo facha, rojo, Hitler, Stalin (o los que se os ocurran) con el que parece que ganas la discusión.

Y es cierto que, bajo el prisma occidental, hoy en día no tener Google es como si nos quitaran el aire. Corre por internet esa foto de la pirámide de necesidades de Maslow donde por debajo del primer piso, el de necesidades fisiológicas, han agregado uno más grande y más importante, que es el tener wifi. Ha ido derivando y ya hay otras opciones donde se agregan más pisos como contar con batería, etc. Bromeando con lo vital que es ya para el ser humano la conectividad.

Pirámide Maslow

Y si no se nos ocurrió agregar un piso con Google es porque se da por descontado como parte de nuestra vida. Puedes tener o no tener wifi o tener o no tener batería, pero si logras conectarte a internet, tienes Google. No hay discusión. No imaginamos internet sin Google y por tanto, decía, “en China no hay Google”  es como una frase definitiva, irrebatible que gana discusiones.

Y claro está que cuando hablamos de Google hablamos de YoutubeFacebook y compañía que, por cierto, también están prohibidos en China.

Pero me gusta que nos centremos en Google porque se dan muchas particularidades que quiero analizar y me parece que es como “la madre de todo”.

Prohibiciones y libertad de expresión

En general, vaya por delante, para todos aquellos que me critican habitualmente por analizar China desde otro punto de vista… No me parece bien prohibir Google. No me parece bien prohibir nada. Soy un amante de la libertad y lo llevo al extremo.  Me preocupa cuando se ilegalizan personas, ideas, humor, frases, pienso que la libertad de expresión se defiende cuando algo te molesta, no cuando algo le molesta al otro.

Vemos continuamente en países democráticos que se encarcela a políticos por lo que piensan, se prohíben partidos, se censuran libros, páginas web, se crean leyes para limitar la libertad de expresión y los mayores defensores de esa libertad se convierten en los censores más implacables en cuanto suben al poder.

Siempre hay una razón para prohibir la libertad: por seguridad nacional, por el bien de la patria (ponga aquí su motivo). De hecho en la mayoría de ocasiones no se admite prohibir la libertad, se camufla hablando de la prohibición de propagación de bulos, ataques al honor, se inventan delitos paralelos para no acusar de algo que la sociedad civil no admitiría, se usan artimañas legales, se persigue fiscalmente, se inventan pruebas,… Todo esto ya digo en países democráticos, no hace falta irse a «distopías orwellianas”. 

Volviendo a la libertad de expresión y ese oportunismo con el que la defendemos implacablemente cuando el otro se ofende sin sentido (cuando digo «sin sentido” me refiero a “sin que nosotros tengamos un mínimo ápice de empatía») os cuento cuál es mi punto de vista (con el que obviamente no tenéis que concordar):

Cuando alguien se ríe de ti, de la peor manera posible… o peor aún se ríe de tu enfermedad o insulta a tu madre; cuando alguien quema tu bandera o ridiculiza a tu Dios, cuando crea un partido político o promulga una ideología que según tu criterio ha provocado la muerte de miles o millones de personas, da igual, elige la idea más ofensiva que puedas imaginar y piensa en alguien amparándola.

Si eres capaz de ya no de convivir con esa persona, dejémoslo en “coexistir” de manera pacífica, ahí es donde demuestras que crees en la libertad de expresión (o al menos tal como la entiendo yo) que, como digo, se defiende cuando algo nos molesta a nosotros, NO cuando algo le molesta al otro. De lo contrario optamos por una postura muy ventajista y cuando reclamamos estar hablando de los límites de la libertad de expresión, en realidad estamos hablando de nuestros límites; unos con los que básicamente marcamos la línea a partir de la cual nos volvemos unos seres intransigentes, en el sentido más estricto de la palabra, que no transigimos. Y no estoy para nada defendiendo actitudes ofensivas. Tenemos la libertad de hablar con un volumen de voz alto en el metro y “»generalmente”»  no lo hacemos.

Tenemos el derecho a ocupar nuestro asiento aunque venga una persona más necesitada pero todos nos levantamos y lo cedemos. Nos podemos permitir pedir más comida de la que vamos a ingerir… Pero habitualmente nos da reparo dejar cantidades abundantes de alimento en el plato. Que tengamos la libertad de realizar según qué acciones y que reclamemos el derecho a que nadie nos restrinja esa libertad no significa que la ejecutemos. Somos personas civilizadas e intentamos “»generalmente”»  no solo ofender al de al lado sino llevar una vida con una moral de la que nos sintamos orgullosos. Me dice mucho más de una sociedad que tengan una serie de libertades que pudieran llegar a ser negativas llevadas a un extremo y que no las ejecuten a sociedades donde permanentemente coartamos la libertad del individuo para asegurarnos que no nos salimos de la raya.

En fin, me toca repetir siempre estas cosas y acabo provocando a ojos de muchos un «Excusatio non petita, accusatio manifesta”. Pero bueno, sé que es parte de proponer un punto de vista alternativo sobre China estarme disculpando permanentemente. Repito, no es que defienda la legitimidad de China en prohibir Google, lo que pongo en duda es la legitimidad occidental para censurar todo lo que hace China, sin entender sin ni siquiera querer averiguar por qué lo hace. «He decidido que éstas son las tablas de la ley y todo el que no las sigue es un pecador”. El elemento definitivo, un “red flag” como una casa que debería despertar nuestra mente crítica es el de: “la cultura occidental es superior”.

Superioridad por derecho de nacimiento

No creo que exista una cultura superior a otra, me parece una frase tremendamente peligrosa (nos hemos pasado muchos siglos pensando que había una religión superior a otra, algunos aún están en esa misión) pero incluso de ser así, de haber alguna cultura superior a otra, ¿Estaríamos dispuestos a aceptar que la nuestra no es la mejor?

Somos conscientes de que nuestro baremo para juzgar esto es es el que nos interesa y que si hubiéramos nacido en China defenderíamos que la cultura superior es la más antigua que siga vigente con un cierto número de miembros, si hubiéramos nacido en Teheran defenderíamos la Sharia como ley última innegociable si fueramos judíos pensaríamos que somos el pueblo elegido por Dios…

En general me genera bastante ternura alguien que siente que por un accidente de la naturaleza es superior a otro ser humano. Porque que yo haya nacido en España y no en Marruecos es un accidente, que España no sea un país musulmán se debe a un cúmulo de circunstancias con miles de decisiones que podían haber cambiado el curso de la historia y yo estaría ahí defendiendo ideas opuestas con la misma vehemencia. Y podríamos hablar de igual manera de por qué hablamos español y no inglés, francés o incluso alemán por casuísticas de la historia que nada tienen que ver con nuestro mérito personal.

Cuando en otras culturas doy con costumbres que no logro comprender, intento ser cauto y creer que se encuentran en otro momento de su historia. Acostumbramos a pensar en el momento histórico bajo los parámetros de nuestro momento. Y todo el mundo debe necesariamente haber llegado a nuestras conclusiones a la vez que nosotros, las nuestras no sólo son las buenas sino que son las mejores posibles… Es decir, no va a suceder que en algunas décadas o siglos miremos hacia atrás con condescendencia juzgando nuestras decisiones de hoy porque ya lo hacemos todo bien y nuestra moral es inmejorable.

Siempre pienso que un día la humanidad será vegetariana y mirará para atrás con desprecio a las civilizaciones que criaban seres vivos para comérselos. Y os lo dice alguien que no prueba la ensalada.

Distintos momentos, distintos pensamientos

Comparándolo con la vida de una persona, en mi caso, con 18 años pensaba que lo sabía todo de la vida y con 25 pensé ahora sí lo sé todo, que tonto era con 18. Con 35 pensé ahora sí lo sé todo que tonto era con 25. Y ahora tras superar los 40… Me he dado cuenta de lo poco que sabía con 35 pero en vez de seguir juzgando mi yo del pasado (que el pobre tomó sus decisiones con la información que tenía en aquel momento y no soy quién para juzgarlo), me he puesto a leer. De una infinidad de temas distintos, vais viendo lo que trato en el Podcast y sabiendo que con 50 sabré mucho más de lo que sé hoy me he relajado bastante.

Creo que con los países pasa algo similar, pero en lugar de juzgar a nuestro «yo» pasado, en este caso a nuestro país, juzgamos al del otro, algo que resulta incontestablemente más cómodo. No nos damos cuenta que cada uno está en un momento histórico diferente: algunos acaban de salir del feudalismo, otros están en su revolución industrial, otros recién han descubierto el capitalismo, otros ya buscan como superarlo y pasar a una siguiente pantalla.

Lo suelo comparar con la edad de las personas. ¿Habéis visto alguna vez a alguien mayor criticando a un joven por no trabajar más duro o perder demasiado tiempo saliendo de noche? Esa persona, probablemente muy sabia y con mucho conocimiento… No cuenta sin embargo con la empatía para entender que el joven no puede actuar con el conocimiento que tiene el mayor, simplemente porque no lo posee, sólo puede actuar con el conocimiento propio. Y el mayor puede aconsejarle y poco más… Porque si le impone una serie de pautas que el joven no entiende, se tensionará la relación.

Claro pero es que si dejamos que los países “jóvenes” contaminen se nos va el mundo al carajo. Aclaración: habitualmente cuando decimos que no contaminen, queremos decir que no contaminen lo que contaminamos o hemos contaminado nosotros. Por volver al ejemplo del joven y el anciano, este que en sus años jovenes fumó mucho y tiene una salud delicada le quiere prohibir al joven fumar. Y fijaos que busco un caso lo más objetivo posible, para que se entienda una situación donde ambos puedan tener una porción de razón.

Desconfío en general que en los conflictos uno siempre tenga la razón en todo… No hay una solución posible a que en esa casa el joven quiera ejercer su derecho a fumar y el mayor pueda proteger su salud. Da la sensación de que necesitamos negociar, ceder, empatizar con el otro. Y aquí, pese a que en este ejemplo claramente le daríamos la razón al anciano, también le pido a él, por esa experiencia vital que tiene, ese conocimiento acumulado, que sea hábil, que negocie, que encuentre otras necesidades del joven que él pueda cubrir, que le cuente historias de cómo se equivocó él también de joven, que se vayan juntos a un hospital a ver como es un pulmón castigado por una vida de tortura. De alguna manera, pongo más porción de responsabilidad en la resolución del conflicto en quien parece saber más de la vida que en el niño insensato que todos hemos sido.

La superioridad moral y la evolución

Si me seguís en esta reflexión sobre los diferentes momentos históricos en cada pueblo… Las culturas que ahora podamos imaginar como superiores han cometido las mayores aberraciones inimaginables en el pasado y otras que consideramos inferiores todavía no han cubierto esas etapas, por una cuestión temporal o por mil motivos y cuando se produce un choque, cuando esas dos culturas se encuentran (y la globalización provoca choques cada segundo) los que hace 40 años que permiten el divorcio miran con desprecio a los que todavía no lo hacen, los que reciclan desde hace 10 años observan por encima del hombro a los que todavía no lo han implantado, tenemos mil ejemplos. En el pasado también se daba; en cuanto algunos países prohibieron el esclavismo se recriminaba ferozmente a los que todavía no lo habían hecho, aunque fuera algo relativamente reciente y esos esclavos tras ser liberados fueran tratados igual o peor que antes… Los antiguos propietarios se sentían con una superioridad moral indiscutible.

En nuestra vida cotidiana también se da. Corre por internet esa frase inigualable que dice: “debo dejar pasar 15 minutos desde que descubro algo nuevo en la red hasta que miro con desprecio a quien todavía no lo sabe”. Sublime.

Si intentamos disculpar al otro en lugar de enjuiciarlo… Si cada vez que pensamos: «mira qué mala gente» intentamos alternativamente empatizar y buscamos una disculpa para ellos, viviremos más relajados, será más fácil convivir… En fin, siento este rollo happy flower creo que se entiende la idea, en cualquier caso, puedo estar equivocado, podemos deliberar sobre ello, podéis criticarme e incluso insultarme, me llegan muchos comentarios ofensivos sobre mi supuesto comunismo o ser cómplice de esto o aquello, no hay problema, creo en la libertad de expresión sin límite y entiendo todo lo que se genera.

Un ejemplo más de toda esta intransigencia es el cine. Hay sin ir más lejos dos títulos en estos momentos, Patria y Mulán, que por muy distintos motivos están generando todo tipo de comentarios de odio a su alrededor. No las he visto así que no puedo hablar sobre ellas, pero me parece una película en sí misma analizar los comportamientos humanos que se generan a su alrededor.

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Alguno estará pensando, yo me metí en este episodio porque me iban a hablar de Google. Y es verdad, perdonad, pero si no os cuento todo lo que llevo dentro no vais a entender lo que defiendo. Que no es que se prohíba Google sino más bien que juzguemos con más apertura de miras las decisiones del otro.

Y voy a intentar explicar algo, a ver si lo logro.

Empatizando con la verdadera realidad

¿Cuál es el nivel de importancia de 0 a 10 entre los chinos no poder acceder a Google? 0. Suelo usar esta forma de evaluar las crisis en mi empresa porque de repente hay un incendio porque hemos enviado un email con una falta de ortografía y todo el mundo se pone histérico. No es que no sea importante, no es que nos de igual, pero démosle a cada problemática su justa medida. Que descubramos que a un cliente le están cobrando comisiones encubiertas, esto tiene importancia 9 o 10. Que nos hayamos dejado la luz de la oficina encendida esta noche, bueno… Me sabe mal por el coste ecológico pero, importancia 1 o 2. No hagamos un drama de ello.

Vale, si habéis entendido esto, repito. ¿Cuál es el nivel de importancia de 0 a 10 entre los chinos no poder acceder a Google? 0. A cualquier chino que le preguntes qué supone en su vida no tener Google, te dirá… Bueno, primero necesitarás un rato para que entienda tu inquietud y cuando la comprenda, te dirá que ninguna. ¡Es que están adoctrinados! ¡Es que no les dejan opinar! ¡Es que claro, si no lo han conocido no lo pueden echar de menos pero si les dieran la libertad…! ¡Es que viven en la caverna de Platón! Bueno, vais a encontrar más «es ques” en vuestra cabeza que chinos angustiados por la ausencia de Google en sus vidas.

En realidad, es un problema que tenéis vosotros, no ellos. Alguien me podría decir: “imagínate que tuviéramos una pastilla para solucionar en cáncer y el gobierno nos la mantuviera oculta. Cómo no sabríamos lo que nos perdemos no lo desearíamos pero si pudiéramos elegir claramente elegiríamos poder usarla”. Totalmente de acuerdo. Repito, no intento justificar la prohibición de Google, solo pretendo que empaticemos.

Y como siempre repito, no me valen los ejemplos del chino moderno que conocéis fuera de China o en vuestra burbuja occidental en la que vivís en China donde vuestro amigo os dice lo que queréis oír para integrarse con vosotros, generar lazos, mostrarse abierto de mente, sentirse internacional o poder practicar inglés. Hablo del otro 99,9% de los chinos. 0 interés en poder acceder a Google.

El sesgo cultural occidental

Y me decía Ignasi Boltó en la entrevista que le hice: “es que les preguntas quién es la persona que más admiran y en lugar de responderte Jack Ma, te responden Xi Jinping”. Pufff, necesitaría un episodio entero para explicar sólo esto, pero quedémonos que hacemos las preguntas incorrectas y mientras me contaba la pregunta ya sabía lo que me iba a decir que le habían contestado. Estoy de acuerdo con él, choca, cuando no conoces la cultura. Tenemos muy poquita información sobre China y en realidad, no se me ocurrió en ese momento pero ¿Qué hubiera contestado un español a esa pregunta? ¿Alguien diría Amancio Ortega? Un tipo cuya relevancia sobre la economía española es sensiblemente superior a la de Jack Ma sobre China… No. Lo peor no es que en España hubieran respondido también algunas personas con políticos de distinto signo, sino que las otras responderían con un futbolista, un tertuliano o (los más jóvenes) un youtuber.

No sé qué es peor, la verdad. Pero volviendo a lo de China, el problema es cultural (el nuestro, no el suyo). Tenemos preguntas (en occidente) que nos dan respuestas con las que podemos trabajar y las aplicamos en el resto del mundo pensando que van a funcionar igual. Tienen un defecto de raíz, nacen condenadas por nuestro sesgo cultural. Que es normal que lo tengamos… Pero no somos capaces de entender que en el resto del mundo (o en algunos lugares, sobre todo aquellos donde no ha habido una colonización cultural severa) no funcionan.

La mejor crítica que he leído sobre el episodio 77, es la que me decían Jazpi, Alberto Roura en ivoox, varios me lo habéis dicho por diferentes medios: “El invitado es un claro ejemplo de lo que pensábamos muchos antes de escucharte.”

Es sensacional porque aparte del halago que me hacéis, es una crítica desde la empatía, el autoanálisis, la comprensión, la compasión… No sabéis lo que me ayudáis y lo que aprendo yo de vosotros, porque yo suelo ser mucho más agresivo en general en mis críticas y la verdad es que aparte de quitarme el sombrero comulga mucho con la idea de este episodio.

Si cada vez que un país o un individuo de una cultura concreta realizara un acto malvado nuestra primera reacción fuera, «wow», es lo que hubiera hecho yo hace 10 años, 100 o los que sean… No sólo nos engrandece sino que además crea un camino, nos dota de una herramienta  testeada de forma empírica y ofrece luz al final del túnel para solucionarlo.

 A mí me encanta Google y no sabéis las veces que miro al cielo clamando desesperado por una limitación al navegar. Es un problema cuando explicar la opinión de una de las partes te convierte en su aliado o su cómplice. En ese sentido, creo que internet nos ha hecho un flaco favor, pasó de 0 a 100 muy rápido y aún estamos en la primera parte de la curva de aprendizaje y en lo que se refiere a debatir, nos ha vuelto muy agresivos, Twitter es el ejemplo más claro pero en general es un entorno salvaje, y a veces dos desconocidos sin motivos para odiarnos parecemos tener la urgencia de dos espadachines en un duelo a primera sangre.

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Decía que yo me desespero cada vez que no funciona el VPN y tengo que usar Baidu para algo. Porque, honestamente, el «Google chino» no le llega ni a la suela de los zapatos a Google. ¿Pero cómo es posible Adrián? Si tú siempre defiendes que China está por encima tecnológicamente. Primero porque es verdad e intento que mis sesgos no condicionen mis análisis, porque aunque sea por egoísmo, si en mi profesión me dedico a vender análisis, e intento que estos sean lo más precisos posible. Y segundo, hay una razón de mercado que es la provoca lo que os decía de que tiene importancia 0 para los chinos no tener Google.

Más allá de una biblioteca universal de conocimiento que hace que vayamos a Google para resolver cualquier duda (podríamos hablar un día de cómo los chinos resuelven sus dudas, si es que tienen dudas…), ésa digamos que es la característica menos monetizable de Google, es la forma en la que Google se volvió imprescindible en nuestras vidas pero para monetizar la idea no es que busquemos conocimiento sino cosas.

los chinos no buscan cosas, buscan marcas y para ello un buscador como Google o Baidu no es la mejor opción.

Y cuando hace muchos años dije que nos chinos no es que «aún» no tuvieran e-mail es que «ya» no tenían e-mail, explicando que vivían en un estadio tecnológico más evolucionado sin webs, donde todo funciona por grandes plataformas… Esto (éste cambio de paradigma en los buscadores) vemos que se va cumpliendo, también con años de retraso, en occidente.

Los buscadores ocultos

Aunque en algunas clasificaciones nos digan que el segundo buscador del mundo es Bing y el tercero Yahoo o Baidu… En realidad no es así. Y esto sucede porque seguimos pensando en los buscadores desde el punto de vista del vendedor. ¿Quién se llama a sí mismo buscador? Vale, entonces sí es válido. Pero China hace tiempo que nos mostró otra metodología. Un buscador no es una empresa que se llama a sí misma buscador, es un lugar donde la gente busca. Y bajo esta premisa, el segundo buscador más usado del mundo después de Google es Youtube y el tercero es Amazon. Aunque aún no entendamos lo que esto significa… En China, los que trabajábamos con Alibaba cuando Amazon no hacía más que perder dinero todos los años, podemos predecir que, en la lista de buscadores, Amazon no va a dejar de crecer y que Google tiene de qué preocuparse.

No significa que se vaya a repetir la historia de China en occidente, porque cuando Alibaba se convirtió en el gigante de internet no tenía un Google delante en China con el que competir, Baidu siempre fue un rival menor. Y Google tiene tiempo para prepararse y pelear. Pero bueno, no lo comentaba para hablar de las estrategias que puede usar Google con todo su potencial para conservar su parcela de mercado sino para explicaros cómo desde el punto de vista chino, el buscador de Baidu es una aplicación residual, prescindible que cumple una función pero para nada se considera fundamental. De hecho, Baidu ha crecido mucho con soluciones alrededor de su función de búsqueda pura.

Pero volviendo al tema de la prohibición, en mis conversaciones con extranjeros siempre me quedo con la sensación de que piensan: “pobres chinos deben estar deseando entrar en Google, algún día los liberaremos y por fin tendrán todo lo que tenemos nosotros”. Claro, como están oprimidos, trabajando 16 horas en una fábrica a cambio de un bol de arroz y no les dejan hablar de política… En cuanto tengan Google los recataremos y les ayudaremos a llevar a cabo la revolución esa que están deseando perpetrar contra su gobierno. Me sorprende tanto que en el siglo XXI, con el acceso a la información que tenemos, estemos tan equivocados!

Arriesgándome mucho con el ejemplo, es como si en occidente nos prohibieran usar los palillos para comer. ¿Nivel de incidencia en nuestras vidas? 0. Pero si no hay quien los coja bien. Y encima cuando ya por fin te desenvuelves descubres que en realidad se cogen de otra manera.

Alguien me dirá: «aunque no tenga trascendencia en China, no tiene derecho a prohibirlo”. Por enésima vez lo digo, totalmente de acuerdo. De nuevo, no justifico el concepto, sólo lo explico.

El juego del «y tu más»

Y una última idea. Cuando he opinado sobre la prohibición de Tiktok, algunos me han respondido acusando a China de ser la primera en prohibir GoogleFacebook, y todas estas empresas. Y respetando la libertad de EEUU de hacer lo que le plazca, ese “y tú más” me parecería bien si no fuera porque llevamos un montón de años censurando a China por realizar ese tipo de acciones.

No podemos criticar y después hacer lo mismo. Bueno, podemos, pero para mostrar algo de criterio, de honestidad intelectual no deberíamos. Podemos decir que el nazismo fue terrible, juzgarlos y condenarlos por crímenes contra la humanidad pero no se nos ocurriría, después de haberlos criticado por ello, hacer lo mismo con ellos y torturarlos en campos de concentración nuestros. Sería una involución. O hacemos lo mismo o criticamos lo que hacen pero las dos cosas no parece algo defendible.

Tengo una visión que me atormenta y es imaginarme en algún momento del futuro, discutiendo con un chino que piense que la suya es una cultura superior porque son ya la primera potencia del mundo y cuando trate de argumentarle me suelte algo como “los americanos no tienen Tiktok, con eso te lo digo todo”. Que frustración sentiría…

Volviendo al tema de las edades de los países y que cada sociedad vive un momento histórico distinto, me parece que el mayor demérito de Trump ha sido echar para atrás el reloj de la primera potencia del mundo 60 años, colocarse en medio de la guerra fría y empezar a copiar comportamientos de países que viven en otro momento histórico, que nosotros ya habíamos superado, que ellos eventualmente superarán y nosotros nos quedaremos en nuestra involución completamente fuera de juego.

No sólo somos el anciano que no comprende al adolescente sino que después de criticar su vida desordenada, indignados por lo difícil que resulta la convivencia hemos doblado la apuesta y ahora nos dedicamos a beber y a volver a casa borrachos para darle una lección.

En algún momento alguien descubrirá que el reloj no corre a favor nuestro.

Os dejo con un proverbio del mismísimo Confucio:

«Cuando estamos frente a personas dignas, debemos intentar imitarlas. Cuando estamos frente a personas indignas, debemos mirarnos a nosotros mismos y corregir nuestros errores».